La identificación a través de las impresiones digitales tuvo en la Argentina uno de sus principales centros de desarrollo y difusión. A inicios de la década de 1890 JuanVucetich (1854-1925) comenzó a explorar en la oficina de identificación de la ciudad de La Plata (provincia de Buenos Aires, Argentina) las posibilidades que estos dibujos papilares ofrecían para la identificación de reincidentes y para la investigación policial. Hacia fines de siglo había logrado perfeccionar el Sistema Dactiloscópico Argentino, que revolucionaría los métodos de identificación a nivel local y regional y permitiría, además, la incorporación de Vucetich en el círculo chico de quienes estaban transformando aceleradamente las prácticas i identificatoriasalrededor del mundo.
Durante el último tercio del siglo XIX distintas técnicas de identificación humanase difundieron globalmente. La fotografía y el sistema antropomérico de identificación surgieron en Europa y fueron adoptados luego en los departamentos de policía e instituciones penitenciarias alrededor del mundo.
La identificación dactiloscópica, por el contrario, se desarrolló en instituciones
policiales alejadas de los centros de producción científica de la época, aunque vinculadas con ellos. Dos sistemas de clasificación de impresiones digitales alcanzaron una gran difusión al inicio del siglo XX: aquél creado por Edward R. Henry (1850-1931) en la policía de Bengala (India), que se expandió especialmente en el Imperio Británico y países anglosajones; y el de Juan Vucetich, que se difundió en América Latina, varios países europeos e incluso en lugares geográfica y culturalmente alejados como China.
Distintos investigadores han señalado la importancia de la dimensión transnacional en la historia de la identificación.Hoy sabemos que la rápida difusión global que han alcanzado las tecnologías de identificación no constituye una
novedad de fines del siglo XX. Ya en el siglo XII, por ejemplo, se globalizó el
uso de sellos.
Sin embargo, la historia de la difusión de la dactiloscopia a fines del siglo XIX e inicios del XX constituye un caso paradigmático que permite
cuestionar modelos de difusión unidireccional de ideas científicas, tecnologías y prácticas policiales desde un centro emisor creativo hacia la periferia receptora pasiva.
Ivan Vucetic nació el 20 de julio de 1858 en la isla de Hvar o Lesina en su denominación italiana, que actualmente forma parte de la República de Croacia) y emigró a la Argentina en 1884.
Aunque los datos biográficos disponibles sobre
Vucetich en Europa son escasos, sabemos que lo inscribieron al nacer con el nombre italiano Giovanni Antonio, fue llamado Ivan por su familia y, finalmente, al llegar a la Argentina adoptó el nombre que lo acompañaría el resto de su vida: Juan Vucetich Kovacevich. Llegar a la Argentina significó para él la adopción de una nueva identidad, que acompañó con una nueva firma que usaría para rubricar todos sus trabajos, su correspondencia profesional e incluso sus intercambios más personales.
Adoptó también el español, idioma en el que escribió y difundió toda su obra.
Algunos investigadores han ubicado a Vucetich como parte de un flujo de científicos y exploradores europeos que arribaron a América Latina en busca de terrenos fértiles para la experimentación de nuevas teorías.Sin embargo, todo indica que las inquietudes científicas no formaban parte de sus horizontes al emigrar, y que su caso se inscribe dentro del mucho más numeroso grupo de quienes migraron en busca de mejores oportunidades económicas en América.
Vucetich era el mayor de los once hijos del matrimonio de Viktora Vucetic y yVicenze Covacevich, de los cuales sólo cinco sobrevivieron a la infancia. La familiase dedicaba a la fabricación de toneles para la industria del vino. Desde joven, Vucetich ayudó a su padre en el negocio familiar tallando la madera; aprendió las primeras letras, música e italiano en una academia del monasterio franciscano ubicado en Lesina. Luego, al igual que otros varones croatas que prestaban servicio militar obligatorio, sirvió en la marina del Imperio Austrohúngaro.
Vucetich zarpó rumbo a Sudamérica junto a su hermano Martin y un pequeño grupo de amigos el 24 de febrero de 1884. Hay quienes afirman que viajaron como polizontes indocumentados, ocultos en la carbonera de un buque transatlántico.
Se estima que aproximadamente el 45% de los cerca de 65.000 austríacos o austro-húngaros que ingresaron a la Argentina entre 1857 y 1909 ec eran croatas, lo que permite calcular su número en alrededor de 30.000.
Se trataba en su mayoría de migrantes provenientes de las islas de Hvar y Brac, por lo que seguramente Vucetich había escuchado historias sobre el Río de la Plata desde joven. El viaje transatlántico de Vucetich tuvo una primera escala en Montevideo, Uruguay, para luego recalar en Buenos Aires, donde se empleó
como capataz de la Comisión de Obras de Salubridad. Estos fueron los años en que adquirió el dominio del idioma español, destreza que le permitiría dejar de trabajar en las calles dirigiendo a grupos de obreros para poder aspirar a un cargo de oficina en la administración estatal.
El 15 de noviembre de 1888 Vucetich ingresó en la policía bonaerense como "meritorio de contaduría y mayoría", un bajo cargo administrativo. Sin duda su perfil lo transformaba en un empleado excepcional en el marco de una institución donde la poca calificación de los agentes, en muchos casos incluso analfabetos, era habitual. Su capacidad para leer en varios idiomas lo colocó rápidamente dentro de una reducida elite institucional que ambicionaba modernizar la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Tarjeta de identificación personal de Vucetich (libreta de enrolamiento), 1911.Las huellas digitales se utilizaron no solo para identificar presuntos delincuentes y convictos. También se empleó como método de control gubernamental. Después de que Vucetich perfeccionó su sistema, a los ciudadanos argentinos se les emitió un libro de identificación con un sello de huella digital que funcionaba como un pasaporte interno.
Dirección Museo Policial – Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Argentina
En 1880, luego de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, la provincia había cedido a la nación su antigua capital junto con el departamento de policía.
Se crearon así dos instituciones policiales: la Policía de la Capital y la Policía de la Provincia de Buenos Aires. A partir de 1882 se construyó desde cero una nueva ciudad, La Plata, destinada a erigirse en la capital de dicha provincia.
En 1884 cuando Vucetich zarpaba rumbo a América lasede del gobierno provincial y la Jefatura de Policía se instalaron en esa ciudad todavía en obras. En este contexto, la energía y la curiosidad de Vucetich encontrarían terreno p propicio para desarrollarse. También sus limitaciones, como la falta de estudios e incluso de un pasado conocido, serían miradas con mayor benevolencia que en la ciudad de Buenos Aires, donde los modernizadores policiales eran generalmente médicos, abogados o militares y formaban parte de elites en algunos casos con varias generaciones en el país.
Al poco tiempo de ingresar en la institución Vucetich fue transferido a la Oficina de Estadística y rápidamente, en septiembre de 1889, ascendió a encargado de dicha dependencia. Desde allí desplegó su trabajo, que lo posicionaría en la década de 1890 como un referente regional en la naciente estadística criminal y en los nuevos métodos de identificación a través de la fotografía, las medidas corporales o las impresiones digitales. Sus primeras lecturas fueron las Instrucciones de Paul Broca (1824-1880) para realizar estudios de antropología física, y las de Alphonse Bertillon (1853-1914) para la identificación antropométrica.
Dos años antes, en 1889, el Departamento de Policía de la Ciudad de Buenos Aires había abierto una Oficina de Identificación Antropométrica, transformando a la Argentina en el segundo país en el mundo, luego de Francia, en adoptar de manera oficial este sistema. A pesar de los innumerables problemas que enfrentaba la Policía de la capital para modernizarse, la incorporación de los últimos adelantos mundiales la posicionó en la frontera de la ciencia.
La policía provincial no podía permanecer ajena a estos cambios y Vucetich ocupó el lugar vacante: se transformó en el encargado de implementar las reformas necesarias para poner a esta institución a la altura de su vecina, e incluso de superarla.
Vucetich realizó varias visitas a la oficina de la ciudad de Buenos Aires, cuyo director, el Dr. Agustín Drago (1861-1919), se había formado en el gabinete de Bertillon en Francia. Todos los instrumentos de medición habían sido importados directamente de París e instalados en el Palacio de Policía, nueva sede del Departamento Central inaugurada en 1888. Sin embargo, nada de esto impresionó a Vucetich. Por el contrario, encontró que la aplicación concreta del sistema resultaba sumamente deficiente. Años más tarde relataría esta experiencia en una carta dirigida a Albert Reiss (1870-1940), en la que recordaba que incluso hv había visto tomar a un detenido la medida del pie izquierdo con la media puesta.
Esto, desde ya, distaba mucho de respetar el detallado procedimiento a seguir para realizar esta medición, al que Bertillon dedicaba casi cuatro páginas en su libro de instrucciones.
Si bien el caso de la medición del pie con media incluida constituyó segura mente en caso extremo, dejaba en evidencia dos problemas clave: la dificultad de los operadores para aplicar los procedimientos sumamente detallados del betillonage y para comprender de manera global el funcionamiento del sistema.
la médicion del pie, que era relativamente sencilla, posiblemente los problemas fueran mayores en otros casos. Vucetich rápidamente comprendió que el grado de sistematización, rigor en los procedimientos, entrenamiento y continuidad del personal, demandados por el sistema antropométrico para arrojar buenos resultados en la identificación de reinsidentes no se alcanzarían en el contexto de las instituciones argentinas.Resultaba evidente que en la ciudad de Buenos Aires, faro de modernidad regional no se habían logrado los mínimos estándares requeridos a pesar de que su sudirector era médico y se había formado en el gabinete de Bertillon. En la provincia, con una geografía más vasta que no permitiría centralizar todo el trabajo en una sola oficina y donde resultaba difícil conseguir empleados cali-
ficados, las posibilidades de éxito eran casi nulas.
La recepción en La Plata de investigaciones sobre impresiones digitales.El artículo sobre las impresiones digitales que llegó a manos de Vucetich le permitía un camino más acorde a las condiciones locales. Claro que se trataba de un estudio sobre el valor de los dibujos papilares para la identificación y de ninguna manera de un sistema eficaz que permitiera realizar la clasificación archivo y recupero de fichas dactiloscópicas en un Departamento de Policía.
El desarrollo de la dactiloscopia se encontraba en ese momento en la frontera de la ciencia y su uso para la identificación humana era todavía una utopía. En 1888 la revista Nature había publicado el artículo de Galton “Personal Identification and description”, que marcó el ingreso y aceptación de este descubrimiento por la comunidad científica internacional, pero no existía un sistema que permitiera utilizarlo de manera práctica para la identificación. El sistema de Bertillon, por el contrario, se venía desarrollando desde los primeros años de la década de 1880 en la policía parisina y para principios de la década de 1890 estaba fuertemente validado en la comunidad científica internacional.
Además, había logrado sortear las dificultades de su puesta en práctica en un sistema burocrático y ofrecía a quien lo quisiera implementar el know-how y el instrumental necesarios para montar una oficina. Por el contrario, el planteo de Galton era todavía una promesa, un terreno a explorar, un desafío. No sólo se trataba de aplicar un sistema nuevo, sino también de integrar a la identificación una parte del cuerpo a la que poca atención se había prestado e inventar un método que permitiera clasificar dibujos de variabilidad infinita en lugar de unidades mensurables. Con muy pocos elementos a su disposición Vucetich embarcó a la Policía de la Provincia de Buenos Aires en un camino innovador cuyos frutos se hicieron evidentes a principios del siglo XX, cuando la oficina de La Plata se convirtió en referente internacional en identificación dactiloscópica.
Al decidir que usaría las impresiones digitales en la oficina de identificación que se estaba por inaugurar en La Plata, Vucetich disponía de información muy limitada sobre las mismas. Más allá de algunas ilustraciones en el artículo de De
Varigny, no había visto ningún ejemplo concreto de una ficha dactiloscópica o siquiera de una impresión. Tampoco tenía conocimiento de que existiera alguna forma eficaz de clasificación y archivo. El artículo de divulgación de Henry de Varigny que llegó a sus manos resumía en seis páginas las últimas investigaciones de Galton, quien realizaba en este período un análisis de los núcleos [parte central de cada huella digital] y de acuerdo a ello clasificaba los dibujos en 40 esquemas digitales, divididos en nueve categorías y primarias (o sin dibujo).
Esta tabla de clasificación estaba abierta a mayores subdivisiones y, como veremos, ese fue el camino emprendido por Vucetich en sus primeras indagaciones. Disponía, eso sí, de algunos datos interesantes: aparentemente no existían dos impresiones digitales iguales, estos dibujos no se alteraban en sus trazos fundamentales a lo largo de la vida y no podían modificarse intencionalmente. De Varigny sugería, además, una cuestión que resultaría relevante en el futuro: el registro de cicatrices y tatuajes era muy importante en el bertillonage, pero este tipo de marcas no resultaban universales. La impresión digital, por el contrario, estaba presente en todos y cada uno de los dedos humanos sin importar el tipo de actividad de los individuos o su familiaridad con el mundo carcelario. Se insinuada ya en esta publicación temprana la idea de desarrollar un sistema de identificación biométrica que pudiera aplicarse a la identificación civil, propuesta que sería desarrollada con especial fuerza en América Latina.
Por último, el procedimiento de toma de impresiones parecía ser sencillo y económico: requería básicamente papel y tinta grasa o de impresión y no demandaba ningún espacio físico particular; de hecho, De Varigny sugería que los “viajeros” podían practicarlo incluso en los lugares más exóticos.
Pero tan interesante como aquello que Vucetich pudo haber tomado de este el primer artículo sobre impresiones digitales que leyó, es aquello que dejó de lado. Para De Varigny, los trabajos de Galton abrían una serie de cuestiones a la investigación, todas ellas vinculadas con preguntas sobre la herencia. “¿Cuál era el rol que podía jugar la selección, natural o sexual, en la producción de este tipo de dibujos?”, se preguntaba De Varigny y presentaba una agenda de investigación: indagar en el carácter hereditario de las impresiones digitales a través
del estudio de varias generaciones de una misma familia y de la recolección de impresiones que “los viajeros” tomaran de “individuos de razas extranjeras, de negros, hindúes, chinos, etc.”18 Bertillon también estuvo interesado en los usos antropológicos de su sistema e incluso desarrolló una valija que permitía llevar los instrumentos de medición en expediciones científicas.19 Nada de esto encontraremos en los trabajos de Vucetich, más allá de alguna mención aislada y probablemente de compromiso sobre los posibles usos “científicos” de las impresiones digitales.
Más bien su energía se concentró en realizar una serie de modificaciones que permitieran comenzar de inmediato con la tarea rutinaria de identificar detenidos en el Departamento Central de Policía. Varias cuestiones quedaban por resolver para poder dar un uso práctico a las impresiones digitales: cómo realizar la toma de huellas; cuántas tomar; en qué tipo de ficha registrarlas; cómo archivarlas.
En algún momento durante los cuatro meses que mediaron entre la publicación del artículo de De Varigny y la apertura de la Oficina de Identificación Antropométrica en septiembre de 1891, Vucetich leyó este trabajo y produjo una
serie de innovaciones que permitieron sistematizar la toma de huellas dactilares dentro de la policía.
En primer lugar, creó un procedimiento que consistía en extender la tinta de imprenta sobre una piedra con un rodillo cubierto de cuero o gelatina, y luego trasladarla con el rodillo a una planchuela recubierta en zinc para lograr una capa muy fina y homogénea.
En ella se entintaban las crestas papilares moviendo la planchuela levemente para que la tinta las cubriera en toda su extensión. Para realizar las impresiones desarrolló un instrumento especial: un madero acanalado, conocido popularmente como pianito, con cinco
hendiduras semicirculares que se adaptaban a la forma de las yemas y permitían, con un mínimo movimiento, abarcar los dibujos completos. Sus años de trabajo tallando la madera junto a su padre para fabricar toneles le sirvieron para diseñar.
Instrucciones de huellas dactilares, Vucetich escribió sus instrucciones originales para tomar huellas digitales, incluidos diagramas explicativos.Dirección Museo Policial – Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Antes de abrir su oficina tomó una decisión fundamental para el futuro desarrollo de la dactiloscopia: registraría la totalidad de las impresiones de ambas manos. En lugar de seguir las sugerencias de De Varigny sobre la toma de impresiones individuales, diseñó una ficha de 9 x 20cm. (que se utilizó con leves modificaciones hasta la irrupción de la tecnología digital) en la que se registraban las cinco huellas de la mano derecha en una columna y en otra, enfrentadas, las de la mano izquierda. Lamentablemente, no hay evidencias que permitan conocer con exactitud cómo fueron archivadas las tarjetas en 1891 y tampoco cuáles eran las ideas de Vucetich en ese momento acerca de los alcances de la identificación a través de las impresiones digitales.
El nombre que dio al nuevo sistema parece indicar que en estos primeros años no vislumbraba la posibilidad de abandonar las mediciones: icnofalangometría (del griego ichnos: figura; phalagx; falange y metron: medida). Hacia el final de su vida explicaría que en 1891 pensaba que este término designaría en el futuro un sistema mixto, que integraría métodos cuantitativos y cualitativos.Sólo en 1894 el sistema tomó el nombre de “dactiloscopia” (del griego daktylos: dedo, y skopein: examinar) a sugerencia del Dr. Francisco Latzina. La nueva denominación dejaba de lado toda referencia a las mediciones y se enfocaba en la particularidad de la técnica: examinar los dibujos de las papilas de los dedos.Este vocablo se difundió en diversos idiomas para designar el estudio de las impresiones digitales.
La Oficina de Identificación Antropométrica de la Capital (La Plata), comenzó a funcionar el 1º de septiembre de 1891. Ese mismo día Vucetich procedió a filiar, medir, fotografiar, y tomar las impresiones digitales a quienes se encontraban
detenidos en el Departamento Central de Policía.
Con sus nuevos instrumentos y fichas inició la tarea aplicando una combinación de métodos bien establecidos (aunque novedosos) con otros totalmente experimentales. Las impresiones digitales no eran usadas en ese momento por ninguna policía del mundo. El sistema antropométrico, si bien había recibido en 1889 una aprobación unánime en foros científicos internacionales, en 1891 había sido adoptado por muy pocos departamentos de policía en el mundo. La oficina de la ciudad de Buenos Aires
era todavía la única que usaba el nuevo sistema en América Latina y el gabinete dirigido por Vucetich fue el segundo en la región.
A partir de este momento, Vucetich inició un camino de experimentación que lo llevó a crear un sistema eficiente de clasificación y archivo de impresiones digitales. Aunque el resultado de este proceso es bien conocido, se sabe poco acerca de los distintos momentos en su desarrollo. Los relatos sobre los orígenes del Sistema Dactiloscópico Argentino tienden a describir de modo muy general los primeros años de experimentaciones y a enfatizar dos momentos: por un lado, el desencanto de Vucetich con la antropometría y su temprana decisión de usar también las impresiones digitales; por otro, la creación del sistema basado en cuatro tipos fundamentales que permitió la organización de grandes archivos dactiloscópicos. Se pierde, entonces, el proceso para privilegiar el resultado.
Los primeros años de funcionamiento de la oficina antropométrica constituyeron un período de fuerte experimentación en el trabajo de Vucetich. Sabemos que al inaugurarla tomó las impresiones digitales en fichas decadactilares, ya que se conservan en el Museo Policial de la provincia de Buenos Aires.
Además, realizaba las mediciones antropométricas como se evidencia en las medidas que se consignaban en el dorso de cada ficha. Seguramente confeccionaba fichas antropométricas, aunque no se conserva ninguna del período 1891-1892. Finalmente, poco sabemos sobre la fotografía de identificación. Es muy probable que no se haya fotografiado a la totalidad de los identificados por el alto costo de este procedimiento.
La decisión de Vucetich de incluir la toma de huellas digitales entre las prácticas policiales constituía en 1891 una apuesta de resultado incierto. Si bien el futuro era promisorio, el estado del conocimiento no permitía afirmar que se lograría diseñar un sistema eficaz de clasificación y archivo capaz de sustituir (o complementar) la antropometría.
Es muy probable que al inaugurar la oficina de identificación, Vucetich haya comenzado a tomar las huellas digitales con vistas futuras investigaciones. Para desarrollar un sistema de clasificación y archivo de impresiones dactilares que pudiera ser utilizado en los departamentos de policía era imprescindible generar previamente una amplia colección de fichas. Tan sólo conseguir ejemplos de cada uno de los 40 esquemas indicados por Galton en su tabla de clasificación requería un esfuerzo importante.25 Practicar la clasificación sobre la base de casos reales, uno aún mayor.
De este modo,cuando en 1891 Vucetich decidió tomar las diez huellas digitales de los detenidos
en el Departamento Central de Policía pudo haber perseguido dos objetivos:
En primer lugar, crear una colección que le permitiera practicar la clasificación
e investigar posibles usos policiales; en segundo término, registrar la mayor cantidad de información biométrica posible que, aunque todavía no tuviera una utilidad definida, en un futuro podría ser utilizada para la identificación.
Así aunque optó por tomar la totalidad de las huellas dactilares, durante varios años
sólo clasificó menos de cuatro.
Todo indica que entre el 1º de septiembre de 1891 y agosto de 1893 Vucetich generó una colección de cerca de 3.800 fichas, aprendió a clasificar las impresiones digitales, refinó la clasificación de 40 esquemas de Galton, expandió
el sistema a las cabeceras de los departamentos judiciales de la provincia de Buenos Aires Norte (San Nicolás), Centro (Mercedes) y Sur (Dolores) y creó la estructura burocrática necesaria para dejar atrás un período de pruebas e integrar la identificación icnofalangométrica de modo más sólido al funcionamiento de la policía provincial. De todos modos, en estos años la antropometría fue el sistema que se utilizó de manera más sistemática, aunque a partir de 1893 las impresiones digitales comenzaron a ganar importancia, especialmente para el despliegue de un sistema de identificación de alcance provincial.
Una primera etapa experimental del trabajo de Vucetich se había cerrado y daba paso a un ambicioso proyecto de registro centralizado de identidades.El Registro General de Icnofalangometría reunía información producida en la oficina de identificación a partir del 1º de septiembre de 1891 aunque fue creado en agosto de 1893. Se denominó Registro General porque fue el primer libro que unificó todas las fichas producidas en la provincia de Buenos Aires en
un archivo único y bajo una numeración común. A partir de agosto de 1893 se comenzaron a registrar en este libro todas las fichas de impresiones digitales que se producían en distintos puntos de la provincia y eran recibidas por Vucetich con bastante rapidez en su oficina central en La Plata.
Encabezado del Registro General de Icnofalangometría, Columnas de izquierda a derecha: Icnofalangometría [número de la ficha de impresiones digitales]; Número de antropometría [subdividida en: Capital, Norte,Centro y Sud cada una subdivida en detenidos y agentes]; Clasificaciones [con espacio para registrar las notaciones del pulgar y anular de la mano derecha y del pulgar e índice de la izquierda]; Fecha; Nombre; Causa o destino;
El diseño del libro muestra la intención clara de crear un sistema de identificación provincial sobre la base de las impresiones digitales. La información antropométrica, por el contrario, permaneció dispersa en los distintos archivos
departamentales. Aunque la primera publicación de una tabla de clasificación que elevaba a 101 los posibles esquemas digitales es de 1895, en el Registro General se utilizó esta nueva notación desde el primer día de funcionamiento.
Hacia fin de 1892 Vucetich había elevado a 44 los posibles dibujos y durante los primeros meses de 1893 refinó aún más la clasificación alcanzando 101 esquemas. Es así que, aunque el sistema de clasificación y archivo no era todavía eficaz para organizar grandes volúmenes de registros, a partir de este momento Vucetich se inclinó por el uso de las impresiones digitales como base del sistema de identificación.28 Entre el 17 y el 20 de noviembre de 1893, volcó al registro toda la información que se había acumulado previamente en las cuatro cabeceras departamentales sobre detenidos, agentes y menores. Una vez incluidos en el Registro General todos los datos, se inició la actividad centralizada en la oficina de La Plata.
Este archivo unificado permitía realizar cruces de información entre distintos registros y no fueron infrecuentes los casos de individuos con número de antropometría tanto en el archivo de agentes como en el de delincuentes o que cometieron delitos en distintos departamentos de la provincia y se comprobó de todos modos su reincidencia Entre mayo de 1892 y diciembre de 1893 Vucetich expandió al resto de la provincia una práctica absolutamente experimental. Esto indica que había logrado sortear con éxito una serie de obstáculos: ganó consenso para el uso de la nueva técnica, consiguió fondos para la creación de gabinetes de identificación,formó funcionarios capaces de realizar la toma de impresiones digitales de buena calidad, produjo los instrumentos necesarios para la nueva tarea.
La creación del Registro General revela que en 1893 Vucetich pensaba que las impresiones
digitales eran la solución ideal para generalizar las prácticas identificatorias y crear archivos biométricos centralizados. Si bien el bertillonage se seguía utilizando, las principales innovaciones estuvieron asociadas a la nueva forma de identificación.
Imaginar un archivo general de identidades que permitiera hilvanar a través del registro de datos biométricos distintas categorías en las que la policía podía clasificar a un mismo individuo, era sin duda una idea novedosa. El menor, el
agente y el delincuente que entraran en contacto con la identificación policial en distintos momentos de sus vidas y puntos de la provincia de Buenos Aires podían ser inscritos en una única biografía gracias al archivo policial unificado. Si bien las fichas antropométricas constituían archivos independientes, las icnofalangométricas se reunían en un mismo archivo. Así, las impresiones digitales fueron pensadas por Vucetich desde muy tempranocomo la mejor herramienta para la creación de un legajo en poder del Estado que registraría todos los actos del individuo a lo largo de su vida unificándolos a través de las impresiones digitales.
Vemos consolidarse en 1893 un sistema de identificación provincial bastante complejo que combinaba la antropometría, la fotografía y la icnofalangometría, aunque daba preminencia a esta última en su arquitectura.
La facilidad para lograr una alta homogeneidad en la aplicación del nuevo sistema fue uno de los pilares de su expansión: Vucetich en persona podía supervisar la correcta clasificación y archivo de la totalidad las fichas icnofalangométricas que fluían desde el interior de la provincia al registro general. Por el contrario, extender el uso de la antropometría implicaba un desafío importante de resultado incierto. La “vulgarización” de la antropometría –y más adelante del Sistema de Filiación “Provincia de Buenos Aires”–, constituyó una preocupación central para Vucetich en estos años. Extender la identificación policial a los departamentos del interior demandaba un esfuerzo de formación importante.
Ademas de equipar las oficinas con todos los instrumentos necesarios y de formar a los funcionarios encargados de la identificación, había que proveer a estas oficinas de una serie de materiales impresos que permitieran la consulta constante. El momento de la identificación resultaba crucial en el bertillonage y, en general, no había una segunda oportunidad para tomar las medidas o evaluar mejor qué tipo de nariz u ojos tenía un detenido si se había cometido un error.
Por otro lado, la antropometría, a diferencia de la dactiloscopia, era un sistema que necesitaba “traducción”. No sólo hacía falta producir explicaciones en español, también había que traducir todas las clasificaciones y abreviaturas del francés e incluso determinar las medias para cada una de las medidas corporales de la población local. Si bien Bertillon aspiraba a universalizar el sistema, este punto constituyó un fuerte impedimento a sus ambiciones. Entre países de habla hispana las notaciones no fueron homogéneas y los responsables de distintas oficinas de identificación latinoamericanas realizaron manuales más o menos originales adaptando cada uno a su manera el método francés a las instituciones locales.
No existieron traducciones “oficiales” de los manuales de Bertillon, y se multiplicaron las pequeñas diferencias que hacían incompatible la búsqueda en distintos archivos.
Vucetich diseñó un sistema de identificación que utilizaba varios métodos aplicados a distintas escalas. El bertillonage se usaba en las oficinas departamentales. Esto permitía homogeneizar los procedimientos al menos al interior de cada oficina y posibilitaba también una mayor continuidad con prácticas filiatorias previas. El pequeño volumen de los archivos, la posibilidad de llevar adelante la operatoria de las oficinas con pocos empleados, la homogeneidad en las prácticas que implicaba la continuidad de algún funcionario especializado, hicieron que este sistema se mantuviera en las cabeceras departamentales, responsables de brindar información a los jueces locales.
Los dos extremos del sistema provincial, es decir, tanto las comisarías de campaña como la oficina central, utilizaban principalmente las impresiones digitales. En el eslabón más pequeño del sistema no resultaba posible aplicar la antropometría, pero sí era sencillo realizar la toma de huellas dactilares sin necesidad de generar archivos in situo realizar la clasificación.
El registro de la oficina central de La Plata, en el otro extremo, permitía unificar y cruzar toda la información biométrica de la provincia. De este modo, difundir la antropometría y generar materiales impresos que permitieran la operatoria de las oficinas departamentales fue central en estos años. Por el contrario, explicar en detalle la identificación a través de las impresiones digitales resultaba menos relevante para el funcionamiento institucional: con mínimas instrucciones era posible lograr que los empleados tomaran correctamente las huellas en las comisarías y la clasificación definitiva se realizaba bajo la supervisión directa de Vucetich en la oficina central. Así, la antropometría y la descripción morfológica constituyeron el tema central de sus primeras publicaciones, a pesar de no haber sido el eje de sus investigaciones.
Aunque la fuerte oposición entre partidarios de Vucetich y defensores del bertillonage que se desplegó a principios del siglo XX hace difícil rastrear las marcas de la complementariedad y la hibridación entre ambos sistemas, en estos años medidas corporales e impresiones digitales fueron complementarias.
Los manuales de instrucciones que Vucetich publicó en 1893 y 1895 (con una segunda edición revisada en 1896) lo posicionaron tempranamente como experto regional en identificación y le permitieron comenzar a construir una extensa red de relaciones internacionales.
El Sistema Dactiloscópico Argentino
Finalmente, luego de una década de experimentaciones, Vucetich anunció que había encontrado una solución muy sencilla para clasificar las impresiones digitales que permitiría organizar archivos de grandes dimensiones.
Con este nuevo sistema resultaba posible clasificar la información biométrica de toda la población nacional, algo que hasta el momento era una utopía. En 1901, Vucetich presentó el Sistema Dactiloscópico Argentino en el II Congreso Científico Latinoamericano (Montevideo, Uruguay) y realizó también una conferencia en la Biblioteca Pública de La Plata que fue publicada por la Policía de la Provincia
de Buenos Aires y ampliamente difundida en el país y en el exterior.
El Sistema Dactiloscópico Argentino se basaba en la existencia de cuatro tipos básicos de dibujos: arco, presilla interna, presilla externa y verticilo (que seguían la clasificación de Galton en arch, loop y whorl).
Para describir en símbolos las huellas de los pulgares, esos dibujos quedaban respectivamente indicados por las letras A, I, E y V; para describir las de los demás dedos, se reemplazaban esas letras, en el orden indicado, por los números 1, 2, 3 y 4.
Vucetich estableció que en la ficha en que se imprimen las huellas se colocan en primer lugar las de la mano derecha, desde el pulgar hasta el meñique, y después, en el mismo orden, las de la mano izquierda. Denominó a ese conjunto de diez impresiones Ficha Individual Dactiloscópica, cuyo contenido se puede expresar en una combinación de letras y números, denominada Fórmula Dactiloscópica. Las cinco primeras huellas, correspondientes a la mano derecha, se pasaron a llamar la Serie, las otras cinco, la Sección.
Con estas convenciones, la fórmula dactiloscópica de un individuo podía ser: Serie: V2234. Sección: V4233.
En este ejemplo, las huellas de los dedos de la mano derecha (serie) serían: verticilo (pulgar), presilla interna (índice y medio), presilla externa (anular) y verticilo (meñique).
Las de los de la mano izquierda (sección): verticilo (pulgar), verticilo (índice), presilla interna (medio), presilla externa (anular y meñique). Con este sistema se pueden formar 1.048.576 combinaciones diferentes.
Dactilonomo de Vucetich, alrededor de 1891.El dactilonomo original inventado por Vucetich para demostrar diversas combinaciones de huellas digitales en su método de clasificación
Ante cada nueva detención policial, se tomaban las diez huellas digitales, se definía la fórmula dactiloscópica y con ella se podía determinar, buscando en el archivo, si la persona había sido identificada previamente.
Los diez años que transcurrieron entre la realización en 1891 de las primeras fichas decadactilares en la oficina de identificación de La Plata y el anuncio público de la creación del Sistema Dactiloscópico Argentino en 1901, muestran que la creación del método que hizo famoso a Vucetich formó parte de un importante proceso de innovación tecnológica y transformación institucional.
La preocupación por la prioridad en la resolución de un problema al que se buscaba solución alrededor del mundo opacó el significado de los cambios implementados por Vucetich desde inicios de la década de 1890. La creación de un sistema eficiente de clasificación y archivo de impresiones digitales permitió potenciar y difundir internacionalmente un trabajo que se había iniciado años atrás, pero no significó cambios relevantes en el funcionamiento de la oficina de identificación de La Plata.
El nuevo sistema era, sin duda, imprescindible para cambiar la escala de los archivos y los intercambios, aunque no constituye el elemento más importante para explicar la intensidad y la rapidez con que se difundió el nuevo método.
Tanto en el caso de India como en el de la Argentina, la creación y temprana difusión de sistemas de identificación basados en
las impresiones digitales se produjo luego de años de implementación práctica
en departamentos policiales. Años en los que se exploró la adopción literal, la
adaptación, la hibridación y la innovación de las nuevas teorías y tecnologías que llegaban desde Francia y el Reino Unido.
A la efectividad del nuevo método se sumaban la experiencia en la construcción de archivos centralizados, la coordinación de oficinas regionales, la formación de técnicos, la producción de instrumentos, materiales gráficos, fichas y registros, la difusión nacional e internacional a través de redes de contactos y publicaciones.
De este modo, a principios del siglo XX los trabajos de Vucetich se apoyaban en una larga trayectoria de experimentación pero también en un profundo conocimiento de la implementación concreta de las nuevas prácticas identificatorias
en la Policía de la Provincia de Buenos Aires. El nuevo sistema de impresiones digitales permitía expandir el uso policial de la dactiloscopia: la clasificación era ahora muy efectiva y sencilla de aprender.
Sin duda se trataba de un salto cuantitativo, pero también cualitativo. En adelante el Sistema Dactiloscópico Argentino iba a constituirse en una herramienta fundamental para cimentar fuertes vínculos entre departamentos de policía de la región y para vehiculizar nuevas políticas de control social impulsadas al inicio del siglo XX por distintos Estados nacionales.
Sobre estas bases, a partir de 1900 fue posible en los departamentos de policía del Cono Sur ampliar la escala de los sistemas de identificación locales, construir sistemas regionales y ambicionar la creación de oficinas internacionales y sistemas globales.
En 1892, en Buenos Aires, Argentina, un asesinato se resolvió mediante pruebas de huellas dactilares encontradas en la escena del crimen. Los dos hijos de Francisca Rojas habían sido asesinados y la misma Rojas tenía una herida en la garganta.
Ella acusó a un hombre llamado Velásquez del asesinato, diciendo que él estaba celoso porque ella se negó a casarse con él porque ella estaba enamorada de otro. hombre Las autoridades locales golpearon brutalmente a Velásquez con la esperanza de una confesión. Cuando Velásquez no confiesa, traen al Inspector Eduardo Álvarez de La Plata para llevar a cabo una investigación a fondo.
El Inspector Álvarez comenzó examinando la escena del crimen y encontró una huella dactilar ensangrentada en la puerta. Después de haber sido entrenado por Juan Vucetich para comparar las huellas dactilares, Álvarez retira la sección de la puerta con la impresión y compara la huella dactilar ensangrentada con las huellas dactilares de Francisca Rojas. Cuando fue confrontada y se le mostró que su propia huella dactilar correspondía a la huella en la puerta, confesó los asesinatos.
El caso del asesinato de Rojas se considera como el primer homicidio resuelto por evidencia de huellas dactilares y Argentina se convirtió
en el primer país en depender únicamente de las huellasdactilares como método de individualización.
Reunión académica en el Museo de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata, 1923.Vucetich está sentado detrás del Dr. Luis Reyna Alma dos fue discípulo más importante de Vucetich pero, curiosamente ñ, no era miembro de la policía.
Archivo persona de Vucetich en la policía de la provincia de Buenos Aires.
García,F,M. (2016). El gabinete de Juan Vucetich: un laboratorio de experimentación. La Plata, Argentina: 1891-1901. Vol. 27 . No 2.
Departamento de justicia de los Estados Unidos, (2004). El libro de referencias de las huellas dactilares, Estados unidos, Washington: nij
Tarjeta de identificación personal de Vucetich (libreta de enrolamiento), 1911.Las huellas digitales se utilizaron no solo para identificar presuntos delincuentes y convictos. También se empleó como método de control gubernamental. Después de que Vucetich perfeccionó su sistema, a los ciudadanos argentinos se les emitió un libro de identificación con un sello de huella digital que funcionaba como un pasaporte interno.
Dirección Museo Policial – Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Argentina
En 1880, luego de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, la provincia había cedido a la nación su antigua capital junto con el departamento de policía.
Se crearon así dos instituciones policiales: la Policía de la Capital y la Policía de la Provincia de Buenos Aires. A partir de 1882 se construyó desde cero una nueva ciudad, La Plata, destinada a erigirse en la capital de dicha provincia.
En 1884 cuando Vucetich zarpaba rumbo a América lasede del gobierno provincial y la Jefatura de Policía se instalaron en esa ciudad todavía en obras. En este contexto, la energía y la curiosidad de Vucetich encontrarían terreno p propicio para desarrollarse. También sus limitaciones, como la falta de estudios e incluso de un pasado conocido, serían miradas con mayor benevolencia que en la ciudad de Buenos Aires, donde los modernizadores policiales eran generalmente médicos, abogados o militares y formaban parte de elites en algunos casos con varias generaciones en el país.
Al poco tiempo de ingresar en la institución Vucetich fue transferido a la Oficina de Estadística y rápidamente, en septiembre de 1889, ascendió a encargado de dicha dependencia. Desde allí desplegó su trabajo, que lo posicionaría en la década de 1890 como un referente regional en la naciente estadística criminal y en los nuevos métodos de identificación a través de la fotografía, las medidas corporales o las impresiones digitales. Sus primeras lecturas fueron las Instrucciones de Paul Broca (1824-1880) para realizar estudios de antropología física, y las de Alphonse Bertillon (1853-1914) para la identificación antropométrica.
Nombramiento de Vucetich como Jefe de la Sección de Estadística en el Departamento de Policía de la Provincia de Buenos Aires, 21 de septiembre de 1889
las impresiones digitales en el que Henry de Varigny (1829-1899) explicaba los últimos trabajos del científico británico Francis Galton (1822-1911).Dos años antes, en 1889, el Departamento de Policía de la Ciudad de Buenos Aires había abierto una Oficina de Identificación Antropométrica, transformando a la Argentina en el segundo país en el mundo, luego de Francia, en adoptar de manera oficial este sistema. A pesar de los innumerables problemas que enfrentaba la Policía de la capital para modernizarse, la incorporación de los últimos adelantos mundiales la posicionó en la frontera de la ciencia.
La policía provincial no podía permanecer ajena a estos cambios y Vucetich ocupó el lugar vacante: se transformó en el encargado de implementar las reformas necesarias para poner a esta institución a la altura de su vecina, e incluso de superarla.
Vucetich realizó varias visitas a la oficina de la ciudad de Buenos Aires, cuyo director, el Dr. Agustín Drago (1861-1919), se había formado en el gabinete de Bertillon en Francia. Todos los instrumentos de medición habían sido importados directamente de París e instalados en el Palacio de Policía, nueva sede del Departamento Central inaugurada en 1888. Sin embargo, nada de esto impresionó a Vucetich. Por el contrario, encontró que la aplicación concreta del sistema resultaba sumamente deficiente. Años más tarde relataría esta experiencia en una carta dirigida a Albert Reiss (1870-1940), en la que recordaba que incluso hv había visto tomar a un detenido la medida del pie izquierdo con la media puesta.
Esto, desde ya, distaba mucho de respetar el detallado procedimiento a seguir para realizar esta medición, al que Bertillon dedicaba casi cuatro páginas en su libro de instrucciones.
Si bien el caso de la medición del pie con media incluida constituyó segura mente en caso extremo, dejaba en evidencia dos problemas clave: la dificultad de los operadores para aplicar los procedimientos sumamente detallados del betillonage y para comprender de manera global el funcionamiento del sistema.
la médicion del pie, que era relativamente sencilla, posiblemente los problemas fueran mayores en otros casos. Vucetich rápidamente comprendió que el grado de sistematización, rigor en los procedimientos, entrenamiento y continuidad del personal, demandados por el sistema antropométrico para arrojar buenos resultados en la identificación de reinsidentes no se alcanzarían en el contexto de las instituciones argentinas.Resultaba evidente que en la ciudad de Buenos Aires, faro de modernidad regional no se habían logrado los mínimos estándares requeridos a pesar de que su sudirector era médico y se había formado en el gabinete de Bertillon. En la provincia, con una geografía más vasta que no permitiría centralizar todo el trabajo en una sola oficina y donde resultaba difícil conseguir empleados cali-
ficados, las posibilidades de éxito eran casi nulas.
La recepción en La Plata de investigaciones sobre impresiones digitales.El artículo sobre las impresiones digitales que llegó a manos de Vucetich le permitía un camino más acorde a las condiciones locales. Claro que se trataba de un estudio sobre el valor de los dibujos papilares para la identificación y de ninguna manera de un sistema eficaz que permitiera realizar la clasificación archivo y recupero de fichas dactiloscópicas en un Departamento de Policía.
El desarrollo de la dactiloscopia se encontraba en ese momento en la frontera de la ciencia y su uso para la identificación humana era todavía una utopía. En 1888 la revista Nature había publicado el artículo de Galton “Personal Identification and description”, que marcó el ingreso y aceptación de este descubrimiento por la comunidad científica internacional, pero no existía un sistema que permitiera utilizarlo de manera práctica para la identificación. El sistema de Bertillon, por el contrario, se venía desarrollando desde los primeros años de la década de 1880 en la policía parisina y para principios de la década de 1890 estaba fuertemente validado en la comunidad científica internacional.
Además, había logrado sortear las dificultades de su puesta en práctica en un sistema burocrático y ofrecía a quien lo quisiera implementar el know-how y el instrumental necesarios para montar una oficina. Por el contrario, el planteo de Galton era todavía una promesa, un terreno a explorar, un desafío. No sólo se trataba de aplicar un sistema nuevo, sino también de integrar a la identificación una parte del cuerpo a la que poca atención se había prestado e inventar un método que permitiera clasificar dibujos de variabilidad infinita en lugar de unidades mensurables. Con muy pocos elementos a su disposición Vucetich embarcó a la Policía de la Provincia de Buenos Aires en un camino innovador cuyos frutos se hicieron evidentes a principios del siglo XX, cuando la oficina de La Plata se convirtió en referente internacional en identificación dactiloscópica.
Al decidir que usaría las impresiones digitales en la oficina de identificación que se estaba por inaugurar en La Plata, Vucetich disponía de información muy limitada sobre las mismas. Más allá de algunas ilustraciones en el artículo de De
Varigny, no había visto ningún ejemplo concreto de una ficha dactiloscópica o siquiera de una impresión. Tampoco tenía conocimiento de que existiera alguna forma eficaz de clasificación y archivo. El artículo de divulgación de Henry de Varigny que llegó a sus manos resumía en seis páginas las últimas investigaciones de Galton, quien realizaba en este período un análisis de los núcleos [parte central de cada huella digital] y de acuerdo a ello clasificaba los dibujos en 40 esquemas digitales, divididos en nueve categorías y primarias (o sin dibujo).
Esta tabla de clasificación estaba abierta a mayores subdivisiones y, como veremos, ese fue el camino emprendido por Vucetich en sus primeras indagaciones. Disponía, eso sí, de algunos datos interesantes: aparentemente no existían dos impresiones digitales iguales, estos dibujos no se alteraban en sus trazos fundamentales a lo largo de la vida y no podían modificarse intencionalmente. De Varigny sugería, además, una cuestión que resultaría relevante en el futuro: el registro de cicatrices y tatuajes era muy importante en el bertillonage, pero este tipo de marcas no resultaban universales. La impresión digital, por el contrario, estaba presente en todos y cada uno de los dedos humanos sin importar el tipo de actividad de los individuos o su familiaridad con el mundo carcelario. Se insinuada ya en esta publicación temprana la idea de desarrollar un sistema de identificación biométrica que pudiera aplicarse a la identificación civil, propuesta que sería desarrollada con especial fuerza en América Latina.
Por último, el procedimiento de toma de impresiones parecía ser sencillo y económico: requería básicamente papel y tinta grasa o de impresión y no demandaba ningún espacio físico particular; de hecho, De Varigny sugería que los “viajeros” podían practicarlo incluso en los lugares más exóticos.
Pero tan interesante como aquello que Vucetich pudo haber tomado de este el primer artículo sobre impresiones digitales que leyó, es aquello que dejó de lado. Para De Varigny, los trabajos de Galton abrían una serie de cuestiones a la investigación, todas ellas vinculadas con preguntas sobre la herencia. “¿Cuál era el rol que podía jugar la selección, natural o sexual, en la producción de este tipo de dibujos?”, se preguntaba De Varigny y presentaba una agenda de investigación: indagar en el carácter hereditario de las impresiones digitales a través
del estudio de varias generaciones de una misma familia y de la recolección de impresiones que “los viajeros” tomaran de “individuos de razas extranjeras, de negros, hindúes, chinos, etc.”18 Bertillon también estuvo interesado en los usos antropológicos de su sistema e incluso desarrolló una valija que permitía llevar los instrumentos de medición en expediciones científicas.19 Nada de esto encontraremos en los trabajos de Vucetich, más allá de alguna mención aislada y probablemente de compromiso sobre los posibles usos “científicos” de las impresiones digitales.
Más bien su energía se concentró en realizar una serie de modificaciones que permitieran comenzar de inmediato con la tarea rutinaria de identificar detenidos en el Departamento Central de Policía. Varias cuestiones quedaban por resolver para poder dar un uso práctico a las impresiones digitales: cómo realizar la toma de huellas; cuántas tomar; en qué tipo de ficha registrarlas; cómo archivarlas.
En algún momento durante los cuatro meses que mediaron entre la publicación del artículo de De Varigny y la apertura de la Oficina de Identificación Antropométrica en septiembre de 1891, Vucetich leyó este trabajo y produjo una
serie de innovaciones que permitieron sistematizar la toma de huellas dactilares dentro de la policía.
En primer lugar, creó un procedimiento que consistía en extender la tinta de imprenta sobre una piedra con un rodillo cubierto de cuero o gelatina, y luego trasladarla con el rodillo a una planchuela recubierta en zinc para lograr una capa muy fina y homogénea.
En ella se entintaban las crestas papilares moviendo la planchuela levemente para que la tinta las cubriera en toda su extensión. Para realizar las impresiones desarrolló un instrumento especial: un madero acanalado, conocido popularmente como pianito, con cinco
hendiduras semicirculares que se adaptaban a la forma de las yemas y permitían, con un mínimo movimiento, abarcar los dibujos completos. Sus años de trabajo tallando la madera junto a su padre para fabricar toneles le sirvieron para diseñar.
Instrucciones de huellas dactilares, Vucetich escribió sus instrucciones originales para tomar huellas digitales, incluidos diagramas explicativos.Dirección Museo Policial – Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Antes de abrir su oficina tomó una decisión fundamental para el futuro desarrollo de la dactiloscopia: registraría la totalidad de las impresiones de ambas manos. En lugar de seguir las sugerencias de De Varigny sobre la toma de impresiones individuales, diseñó una ficha de 9 x 20cm. (que se utilizó con leves modificaciones hasta la irrupción de la tecnología digital) en la que se registraban las cinco huellas de la mano derecha en una columna y en otra, enfrentadas, las de la mano izquierda. Lamentablemente, no hay evidencias que permitan conocer con exactitud cómo fueron archivadas las tarjetas en 1891 y tampoco cuáles eran las ideas de Vucetich en ese momento acerca de los alcances de la identificación a través de las impresiones digitales.
El nombre que dio al nuevo sistema parece indicar que en estos primeros años no vislumbraba la posibilidad de abandonar las mediciones: icnofalangometría (del griego ichnos: figura; phalagx; falange y metron: medida). Hacia el final de su vida explicaría que en 1891 pensaba que este término designaría en el futuro un sistema mixto, que integraría métodos cuantitativos y cualitativos.Sólo en 1894 el sistema tomó el nombre de “dactiloscopia” (del griego daktylos: dedo, y skopein: examinar) a sugerencia del Dr. Francisco Latzina. La nueva denominación dejaba de lado toda referencia a las mediciones y se enfocaba en la particularidad de la técnica: examinar los dibujos de las papilas de los dedos.Este vocablo se difundió en diversos idiomas para designar el estudio de las impresiones digitales.
La Oficina de Identificación Antropométrica de la Capital (La Plata), comenzó a funcionar el 1º de septiembre de 1891. Ese mismo día Vucetich procedió a filiar, medir, fotografiar, y tomar las impresiones digitales a quienes se encontraban
detenidos en el Departamento Central de Policía.
Con sus nuevos instrumentos y fichas inició la tarea aplicando una combinación de métodos bien establecidos (aunque novedosos) con otros totalmente experimentales. Las impresiones digitales no eran usadas en ese momento por ninguna policía del mundo. El sistema antropométrico, si bien había recibido en 1889 una aprobación unánime en foros científicos internacionales, en 1891 había sido adoptado por muy pocos departamentos de policía en el mundo. La oficina de la ciudad de Buenos Aires
era todavía la única que usaba el nuevo sistema en América Latina y el gabinete dirigido por Vucetich fue el segundo en la región.
A partir de este momento, Vucetich inició un camino de experimentación que lo llevó a crear un sistema eficiente de clasificación y archivo de impresiones digitales. Aunque el resultado de este proceso es bien conocido, se sabe poco acerca de los distintos momentos en su desarrollo. Los relatos sobre los orígenes del Sistema Dactiloscópico Argentino tienden a describir de modo muy general los primeros años de experimentaciones y a enfatizar dos momentos: por un lado, el desencanto de Vucetich con la antropometría y su temprana decisión de usar también las impresiones digitales; por otro, la creación del sistema basado en cuatro tipos fundamentales que permitió la organización de grandes archivos dactiloscópicos. Se pierde, entonces, el proceso para privilegiar el resultado.
Los primeros años de funcionamiento de la oficina antropométrica constituyeron un período de fuerte experimentación en el trabajo de Vucetich. Sabemos que al inaugurarla tomó las impresiones digitales en fichas decadactilares, ya que se conservan en el Museo Policial de la provincia de Buenos Aires.
Además, realizaba las mediciones antropométricas como se evidencia en las medidas que se consignaban en el dorso de cada ficha. Seguramente confeccionaba fichas antropométricas, aunque no se conserva ninguna del período 1891-1892. Finalmente, poco sabemos sobre la fotografía de identificación. Es muy probable que no se haya fotografiado a la totalidad de los identificados por el alto costo de este procedimiento.
Frente y Dorso de ficha de huellas dactilares de Vucetich, 13 de diciembre de 1912D Dirección Museo Policial – Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Es muy probable que al inaugurar la oficina de identificación, Vucetich haya comenzado a tomar las huellas digitales con vistas futuras investigaciones. Para desarrollar un sistema de clasificación y archivo de impresiones dactilares que pudiera ser utilizado en los departamentos de policía era imprescindible generar previamente una amplia colección de fichas. Tan sólo conseguir ejemplos de cada uno de los 40 esquemas indicados por Galton en su tabla de clasificación requería un esfuerzo importante.25 Practicar la clasificación sobre la base de casos reales, uno aún mayor.
De este modo,cuando en 1891 Vucetich decidió tomar las diez huellas digitales de los detenidos
en el Departamento Central de Policía pudo haber perseguido dos objetivos:
En primer lugar, crear una colección que le permitiera practicar la clasificación
e investigar posibles usos policiales; en segundo término, registrar la mayor cantidad de información biométrica posible que, aunque todavía no tuviera una utilidad definida, en un futuro podría ser utilizada para la identificación.
Así aunque optó por tomar la totalidad de las huellas dactilares, durante varios años
sólo clasificó menos de cuatro.
Todo indica que entre el 1º de septiembre de 1891 y agosto de 1893 Vucetich generó una colección de cerca de 3.800 fichas, aprendió a clasificar las impresiones digitales, refinó la clasificación de 40 esquemas de Galton, expandió
el sistema a las cabeceras de los departamentos judiciales de la provincia de Buenos Aires Norte (San Nicolás), Centro (Mercedes) y Sur (Dolores) y creó la estructura burocrática necesaria para dejar atrás un período de pruebas e integrar la identificación icnofalangométrica de modo más sólido al funcionamiento de la policía provincial. De todos modos, en estos años la antropometría fue el sistema que se utilizó de manera más sistemática, aunque a partir de 1893 las impresiones digitales comenzaron a ganar importancia, especialmente para el despliegue de un sistema de identificación de alcance provincial.
Una primera etapa experimental del trabajo de Vucetich se había cerrado y daba paso a un ambicioso proyecto de registro centralizado de identidades.El Registro General de Icnofalangometría reunía información producida en la oficina de identificación a partir del 1º de septiembre de 1891 aunque fue creado en agosto de 1893. Se denominó Registro General porque fue el primer libro que unificó todas las fichas producidas en la provincia de Buenos Aires en
un archivo único y bajo una numeración común. A partir de agosto de 1893 se comenzaron a registrar en este libro todas las fichas de impresiones digitales que se producían en distintos puntos de la provincia y eran recibidas por Vucetich con bastante rapidez en su oficina central en La Plata.
Encabezado del Registro General de Icnofalangometría, Columnas de izquierda a derecha: Icnofalangometría [número de la ficha de impresiones digitales]; Número de antropometría [subdividida en: Capital, Norte,Centro y Sud cada una subdivida en detenidos y agentes]; Clasificaciones [con espacio para registrar las notaciones del pulgar y anular de la mano derecha y del pulgar e índice de la izquierda]; Fecha; Nombre; Causa o destino;
El diseño del libro muestra la intención clara de crear un sistema de identificación provincial sobre la base de las impresiones digitales. La información antropométrica, por el contrario, permaneció dispersa en los distintos archivos
departamentales. Aunque la primera publicación de una tabla de clasificación que elevaba a 101 los posibles esquemas digitales es de 1895, en el Registro General se utilizó esta nueva notación desde el primer día de funcionamiento.
Hacia fin de 1892 Vucetich había elevado a 44 los posibles dibujos y durante los primeros meses de 1893 refinó aún más la clasificación alcanzando 101 esquemas. Es así que, aunque el sistema de clasificación y archivo no era todavía eficaz para organizar grandes volúmenes de registros, a partir de este momento Vucetich se inclinó por el uso de las impresiones digitales como base del sistema de identificación.28 Entre el 17 y el 20 de noviembre de 1893, volcó al registro toda la información que se había acumulado previamente en las cuatro cabeceras departamentales sobre detenidos, agentes y menores. Una vez incluidos en el Registro General todos los datos, se inició la actividad centralizada en la oficina de La Plata.
Este archivo unificado permitía realizar cruces de información entre distintos registros y no fueron infrecuentes los casos de individuos con número de antropometría tanto en el archivo de agentes como en el de delincuentes o que cometieron delitos en distintos departamentos de la provincia y se comprobó de todos modos su reincidencia Entre mayo de 1892 y diciembre de 1893 Vucetich expandió al resto de la provincia una práctica absolutamente experimental. Esto indica que había logrado sortear con éxito una serie de obstáculos: ganó consenso para el uso de la nueva técnica, consiguió fondos para la creación de gabinetes de identificación,formó funcionarios capaces de realizar la toma de impresiones digitales de buena calidad, produjo los instrumentos necesarios para la nueva tarea.
La creación del Registro General revela que en 1893 Vucetich pensaba que las impresiones
digitales eran la solución ideal para generalizar las prácticas identificatorias y crear archivos biométricos centralizados. Si bien el bertillonage se seguía utilizando, las principales innovaciones estuvieron asociadas a la nueva forma de identificación.
Imaginar un archivo general de identidades que permitiera hilvanar a través del registro de datos biométricos distintas categorías en las que la policía podía clasificar a un mismo individuo, era sin duda una idea novedosa. El menor, el
agente y el delincuente que entraran en contacto con la identificación policial en distintos momentos de sus vidas y puntos de la provincia de Buenos Aires podían ser inscritos en una única biografía gracias al archivo policial unificado. Si bien las fichas antropométricas constituían archivos independientes, las icnofalangométricas se reunían en un mismo archivo. Así, las impresiones digitales fueron pensadas por Vucetich desde muy tempranocomo la mejor herramienta para la creación de un legajo en poder del Estado que registraría todos los actos del individuo a lo largo de su vida unificándolos a través de las impresiones digitales.
Vemos consolidarse en 1893 un sistema de identificación provincial bastante complejo que combinaba la antropometría, la fotografía y la icnofalangometría, aunque daba preminencia a esta última en su arquitectura.
La facilidad para lograr una alta homogeneidad en la aplicación del nuevo sistema fue uno de los pilares de su expansión: Vucetich en persona podía supervisar la correcta clasificación y archivo de la totalidad las fichas icnofalangométricas que fluían desde el interior de la provincia al registro general. Por el contrario, extender el uso de la antropometría implicaba un desafío importante de resultado incierto. La “vulgarización” de la antropometría –y más adelante del Sistema de Filiación “Provincia de Buenos Aires”–, constituyó una preocupación central para Vucetich en estos años. Extender la identificación policial a los departamentos del interior demandaba un esfuerzo de formación importante.
Ademas de equipar las oficinas con todos los instrumentos necesarios y de formar a los funcionarios encargados de la identificación, había que proveer a estas oficinas de una serie de materiales impresos que permitieran la consulta constante. El momento de la identificación resultaba crucial en el bertillonage y, en general, no había una segunda oportunidad para tomar las medidas o evaluar mejor qué tipo de nariz u ojos tenía un detenido si se había cometido un error.
Por otro lado, la antropometría, a diferencia de la dactiloscopia, era un sistema que necesitaba “traducción”. No sólo hacía falta producir explicaciones en español, también había que traducir todas las clasificaciones y abreviaturas del francés e incluso determinar las medias para cada una de las medidas corporales de la población local. Si bien Bertillon aspiraba a universalizar el sistema, este punto constituyó un fuerte impedimento a sus ambiciones. Entre países de habla hispana las notaciones no fueron homogéneas y los responsables de distintas oficinas de identificación latinoamericanas realizaron manuales más o menos originales adaptando cada uno a su manera el método francés a las instituciones locales.
No existieron traducciones “oficiales” de los manuales de Bertillon, y se multiplicaron las pequeñas diferencias que hacían incompatible la búsqueda en distintos archivos.
Vucetich diseñó un sistema de identificación que utilizaba varios métodos aplicados a distintas escalas. El bertillonage se usaba en las oficinas departamentales. Esto permitía homogeneizar los procedimientos al menos al interior de cada oficina y posibilitaba también una mayor continuidad con prácticas filiatorias previas. El pequeño volumen de los archivos, la posibilidad de llevar adelante la operatoria de las oficinas con pocos empleados, la homogeneidad en las prácticas que implicaba la continuidad de algún funcionario especializado, hicieron que este sistema se mantuviera en las cabeceras departamentales, responsables de brindar información a los jueces locales.
Los dos extremos del sistema provincial, es decir, tanto las comisarías de campaña como la oficina central, utilizaban principalmente las impresiones digitales. En el eslabón más pequeño del sistema no resultaba posible aplicar la antropometría, pero sí era sencillo realizar la toma de huellas dactilares sin necesidad de generar archivos in situo realizar la clasificación.
El registro de la oficina central de La Plata, en el otro extremo, permitía unificar y cruzar toda la información biométrica de la provincia. De este modo, difundir la antropometría y generar materiales impresos que permitieran la operatoria de las oficinas departamentales fue central en estos años. Por el contrario, explicar en detalle la identificación a través de las impresiones digitales resultaba menos relevante para el funcionamiento institucional: con mínimas instrucciones era posible lograr que los empleados tomaran correctamente las huellas en las comisarías y la clasificación definitiva se realizaba bajo la supervisión directa de Vucetich en la oficina central. Así, la antropometría y la descripción morfológica constituyeron el tema central de sus primeras publicaciones, a pesar de no haber sido el eje de sus investigaciones.
Aunque la fuerte oposición entre partidarios de Vucetich y defensores del bertillonage que se desplegó a principios del siglo XX hace difícil rastrear las marcas de la complementariedad y la hibridación entre ambos sistemas, en estos años medidas corporales e impresiones digitales fueron complementarias.
Los manuales de instrucciones que Vucetich publicó en 1893 y 1895 (con una segunda edición revisada en 1896) lo posicionaron tempranamente como experto regional en identificación y le permitieron comenzar a construir una extensa red de relaciones internacionales.
El Sistema Dactiloscópico Argentino
Finalmente, luego de una década de experimentaciones, Vucetich anunció que había encontrado una solución muy sencilla para clasificar las impresiones digitales que permitiría organizar archivos de grandes dimensiones.
Con este nuevo sistema resultaba posible clasificar la información biométrica de toda la población nacional, algo que hasta el momento era una utopía. En 1901, Vucetich presentó el Sistema Dactiloscópico Argentino en el II Congreso Científico Latinoamericano (Montevideo, Uruguay) y realizó también una conferencia en la Biblioteca Pública de La Plata que fue publicada por la Policía de la Provincia
de Buenos Aires y ampliamente difundida en el país y en el exterior.
El Sistema Dactiloscópico Argentino se basaba en la existencia de cuatro tipos básicos de dibujos: arco, presilla interna, presilla externa y verticilo (que seguían la clasificación de Galton en arch, loop y whorl).
Para describir en símbolos las huellas de los pulgares, esos dibujos quedaban respectivamente indicados por las letras A, I, E y V; para describir las de los demás dedos, se reemplazaban esas letras, en el orden indicado, por los números 1, 2, 3 y 4.
Los cuatro tipos fundamentales
Arco = A = 1; Presilla Interna = I = 2; Presilla Externa = E = 3; Verticilo = V = 4 Fuente: Juan Vucetich. Dactiloscopia comparada. El nuevo sistema argentino.
Vucetich estableció que en la ficha en que se imprimen las huellas se colocan en primer lugar las de la mano derecha, desde el pulgar hasta el meñique, y después, en el mismo orden, las de la mano izquierda. Denominó a ese conjunto de diez impresiones Ficha Individual Dactiloscópica, cuyo contenido se puede expresar en una combinación de letras y números, denominada Fórmula Dactiloscópica. Las cinco primeras huellas, correspondientes a la mano derecha, se pasaron a llamar la Serie, las otras cinco, la Sección.
Con estas convenciones, la fórmula dactiloscópica de un individuo podía ser: Serie: V2234. Sección: V4233.
En este ejemplo, las huellas de los dedos de la mano derecha (serie) serían: verticilo (pulgar), presilla interna (índice y medio), presilla externa (anular) y verticilo (meñique).
Las de los de la mano izquierda (sección): verticilo (pulgar), verticilo (índice), presilla interna (medio), presilla externa (anular y meñique). Con este sistema se pueden formar 1.048.576 combinaciones diferentes.
Dactilonomo de Vucetich, alrededor de 1891.El dactilonomo original inventado por Vucetich para demostrar diversas combinaciones de huellas digitales en su método de clasificación
Ante cada nueva detención policial, se tomaban las diez huellas digitales, se definía la fórmula dactiloscópica y con ella se podía determinar, buscando en el archivo, si la persona había sido identificada previamente.
Los diez años que transcurrieron entre la realización en 1891 de las primeras fichas decadactilares en la oficina de identificación de La Plata y el anuncio público de la creación del Sistema Dactiloscópico Argentino en 1901, muestran que la creación del método que hizo famoso a Vucetich formó parte de un importante proceso de innovación tecnológica y transformación institucional.
La preocupación por la prioridad en la resolución de un problema al que se buscaba solución alrededor del mundo opacó el significado de los cambios implementados por Vucetich desde inicios de la década de 1890. La creación de un sistema eficiente de clasificación y archivo de impresiones digitales permitió potenciar y difundir internacionalmente un trabajo que se había iniciado años atrás, pero no significó cambios relevantes en el funcionamiento de la oficina de identificación de La Plata.
El nuevo sistema era, sin duda, imprescindible para cambiar la escala de los archivos y los intercambios, aunque no constituye el elemento más importante para explicar la intensidad y la rapidez con que se difundió el nuevo método.
Tanto en el caso de India como en el de la Argentina, la creación y temprana difusión de sistemas de identificación basados en
las impresiones digitales se produjo luego de años de implementación práctica
en departamentos policiales. Años en los que se exploró la adopción literal, la
adaptación, la hibridación y la innovación de las nuevas teorías y tecnologías que llegaban desde Francia y el Reino Unido.
A la efectividad del nuevo método se sumaban la experiencia en la construcción de archivos centralizados, la coordinación de oficinas regionales, la formación de técnicos, la producción de instrumentos, materiales gráficos, fichas y registros, la difusión nacional e internacional a través de redes de contactos y publicaciones.
De este modo, a principios del siglo XX los trabajos de Vucetich se apoyaban en una larga trayectoria de experimentación pero también en un profundo conocimiento de la implementación concreta de las nuevas prácticas identificatorias
en la Policía de la Provincia de Buenos Aires. El nuevo sistema de impresiones digitales permitía expandir el uso policial de la dactiloscopia: la clasificación era ahora muy efectiva y sencilla de aprender.
Sin duda se trataba de un salto cuantitativo, pero también cualitativo. En adelante el Sistema Dactiloscópico Argentino iba a constituirse en una herramienta fundamental para cimentar fuertes vínculos entre departamentos de policía de la región y para vehiculizar nuevas políticas de control social impulsadas al inicio del siglo XX por distintos Estados nacionales.
Sobre estas bases, a partir de 1900 fue posible en los departamentos de policía del Cono Sur ampliar la escala de los sistemas de identificación locales, construir sistemas regionales y ambicionar la creación de oficinas internacionales y sistemas globales.
En 1892, en Buenos Aires, Argentina, un asesinato se resolvió mediante pruebas de huellas dactilares encontradas en la escena del crimen. Los dos hijos de Francisca Rojas habían sido asesinados y la misma Rojas tenía una herida en la garganta.
Ella acusó a un hombre llamado Velásquez del asesinato, diciendo que él estaba celoso porque ella se negó a casarse con él porque ella estaba enamorada de otro. hombre Las autoridades locales golpearon brutalmente a Velásquez con la esperanza de una confesión. Cuando Velásquez no confiesa, traen al Inspector Eduardo Álvarez de La Plata para llevar a cabo una investigación a fondo.
El Inspector Álvarez comenzó examinando la escena del crimen y encontró una huella dactilar ensangrentada en la puerta. Después de haber sido entrenado por Juan Vucetich para comparar las huellas dactilares, Álvarez retira la sección de la puerta con la impresión y compara la huella dactilar ensangrentada con las huellas dactilares de Francisca Rojas. Cuando fue confrontada y se le mostró que su propia huella dactilar correspondía a la huella en la puerta, confesó los asesinatos.
El caso del asesinato de Rojas se considera como el primer homicidio resuelto por evidencia de huellas dactilares y Argentina se convirtió
en el primer país en depender únicamente de las huellasdactilares como método de individualización.
Reunión académica en el Museo de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Plata, 1923.Vucetich está sentado detrás del Dr. Luis Reyna Alma dos fue discípulo más importante de Vucetich pero, curiosamente ñ, no era miembro de la policía.
Archivo persona de Vucetich en la policía de la provincia de Buenos Aires.
García,F,M. (2016). El gabinete de Juan Vucetich: un laboratorio de experimentación. La Plata, Argentina: 1891-1901. Vol. 27 . No 2.
Departamento de justicia de los Estados Unidos, (2004). El libro de referencias de las huellas dactilares, Estados unidos, Washington: nij
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