La maldad forma parte de la condición humana, y lo verdaderamente terrorífico es que no tiene un rostro determinado. A ella se le achacala crueldad más absoluta e inimaginable. Los científicos sociales consideramos que en nuestras sociedades hay casi un 5 % de personas tóxicas, perversas, crueles, y dispuestas a hacer el mal. Pero… ¿de quée estánh «los malos»? ¿La maldad es intrínseca al ser humano o uno se hace malo con el paso del tiempo? ¿Todos podemos ser malvados en un momento determinado? ¿La maldad es una imperfección del alma o una disfunción de la mente humana? ¿Hasta cuándo se es malo Y… ¿se puede medir la maldad?Es innegable que hay personas con cierta predisposición a realizar actos malvados, pero nadie nace predestinado a ser malo.
Existen factores ambientales que se suman al factor genético, pero aún no pode establecer cuánto hay de cada uno en un sujeto malvado.
Según el neurocientífico James Fallon, una tendencia genética hacia la violencia sumada al hecho de haber sufrido maltrato infantil es, literalmente, una «combinación asesina». Una de las cosas que nos hace humanos es el libre decidir entre el bien y el mal, pero noviene en nuestros genes ser buenos o malos: no hay un determinismo a ser malvado. Algunos genes nos hacen propensos a tener mal temperamento, a la agresividad, a la insensibilidad ante el sufrimiento ajeno si los tienes, significa que reúnes una serie de criterios biológicos que acercan a los humanos al concepto filosófico de «maldad»,pero eso no implica que existan «genes de la maldad». Por tanto debemos entender la maldad como el fruto de complejas interacciones entre predisposiciones biológicas y factores sociales y ambientales.
Durante mucho tiempo la ciencia ha eludido el concepto de «maldad», pero hoy el interés por desvelar los misterios de la violencia está revertiendo esta situación. A lo largo de la historia de la psicología se han realizado numerosos experimentos que planteaban si la maldad del ser humano, si se nace malo, como el experimento de Milgram (llevado a cabo por Stanley Milgram en 1961) o el experimento de la cárcel de Stanford (Philip Zimbardo, 1971).
En 1994, un grupo de investigadores, encabezado por Adrian Raine,pudo determinar a través de la neuroimagen y sus diferentes técnicas, como los escanogramas cerebrales que los lóbulos frontales y temporales de los asesinos y los psicópatas presentan deficiencias funcionales y estructurales, de modo que la baja actividad de su corteza prefrontallos predispone a la violencia. En la actualidad, investigaciones como las del neurocientífico Jesús Pujol nos dan nuevos datos:
El mal se esconde en el cerebro (y no en el alma). Dicho con mucha simplicidad, la "maldad" un cortocircuito neuronal entre la parte emocional de nuestro cerebro y la parte intelectual". Gracias a la neuroimagen, que nos permite identificar cómo procesamos lase emociones y qué partes del cerebro están implicadas, es posible ver la maldad en una fotografía, lo que Pujol llama "mapear el cerebro de lospsicópatas".
Así, la ciencia moderna cree que podemos entender la maldad a partir del cerebro, los genes y el ambiente de los individuos. "Si ni Lucifer, el ángel favorito de Dios, pudo evitar caer en la garra del mal, ¿qué será de nosotros, simples mortales?".
En el 2001, el doctor Michael Stone, psiquiatra forense de la Universidad de Columbia, creó una escala que mide los rincones más oscuros de nuestro comportamiento, en la que se evalúa el crimen y sus factores contextuales para identificar las mentes que albergan el mayor índifes de maldad.
Su escala de la maldad está dividida en tres niveles:
A) Del nivel 1 al 8, asesinos impulsivos que cometen un solo acto criminal en un momento de rabia, celos, venganza o complicidad sin que tengan rasgos psicopáticos.
B) Del nivel 9 al 15, asesinos con algunos rasgos psicopáticos (psicopatía instrumental) y psicóticos "fuera del contacto con la
realidad".
C) del nivel 16 al 22, los psicópatas puros. En esta escala se clasifica y se describe a los homicidas y asesinos según sus motivaciones, sus MO y sus perfiles psicológicos. Es jerárquica, de modo que asciende desde el nivel 1 (mínima o nula maldad) hasta el nivel 22 (máxima maldad).
En su escala están ausentes los «malvados de guerra», y es que el mal solo se estudia en tiempos de paz. Como él mismo explica, desde un punto de vista psicológico criminal, es mucho más complicado evaluar el mal en contextos de guerra debido a factores como la cultura,
la historia y la religión. En la guerra suele haber dos bandos, y en ambos se piensa que los malvados son los otros.
1. Personas que matan en legítima defensa y que no muestran rasgos psicopáticos, por lo que podemos decir que carecen de maldad. Jacqueline Sauvage, de 68 años, asesinó en el 2012 a su marido con tres tiros de fusil, tras haber sufrido durante 47 años su violencia verbal, física y sexual. Fue indultada en el 2016 por François Hollande.
2. Asesinatos por celos o crímenes pasionales cometidos por sujetos egocéntricos e inmaduros pero sin rasgos psicopáticos. El 10 de abril de 1955, Ruth Ellis efectuó seis disparos contra su amante, David Blakely, a la puerta de una taberna en Hampstead, Londres.
No intentó defenderse en ningún momento. «Soy culpable», reconoció siempre. Un jurado tardó catorce minutos en dar el veredicto: culpable. Fue ejecutada el 21 de julio de 1955, la última vez que se ahorcó a una mujer en Inglaterra.
3. Personas que están dispuestas a ser compañeros de asesinos. Muchas de ellas tienen algunos rasgos antisociales, una personalidad aberrante y son impulsivos. Leslie Van Houten, la menor de las mujeres de Charles Manson (tenía 19 años cuando se unió a él), actualmente cumple cadena perpetua por los asesinatos de Leno y Rosemary LaBianca de 1969.
4. Matan en legítima defensa, pero han llevado a cabo algún acto o conducta que ha provocado que la víctima los ataque. Serían aquellos casos de mujeres que, después de matar, se justifican diciendo que ellas eran las víctimas, pero en los que las pruebas demuestran lo contrario.
5. Personas traumatizadas y desesperadas que asesinan a familiares u otras personas tras los abusos recibidos. Sus actos surgen como respuesta desesperada ante la rabia, en forma de efectiva venganza.
6. Sujetos impetuosos, exaltados, que no tienen marcados rasgos psicopáticos pero que actúan «en caliente», dejándose llevar por sus impulsos.
7. Asesinos narcisistas y posesivos que generalmente matan a seres queridos o familiares por celos. En 1968, dos estudiantes de la Universidad de Berkeley, Tatiana Tarasoff y Prosenjit Poddar, se conocieron y comenzaron a salir juntos de manera casual. Tenían ideas diferentes sobre su relación, y él interpretó que eran novios formales. Ella, al enterarse de sus sentimientos, le dijo que no estaba interesada en tener una relación seria con él, ya que salía con otros hombres. Como la ruptura supuso un fuerte golpe emocional para Poddar, este comenzó a ir al psiquiatra, que consideró que tenía un cuadro psicótico. Poddar seguía creyendo que Tatiana lo llegaría a amar algún día. Empezó a acecharla hasta que, en 1969, la asesinó, a pesar de que su terapeuta ya había prevenido a la policía del campus de que esto podía llegar a ocurrir. A raíz de este caso surgió la decisión Tarasoff, que sentó las bases legislativas del deber de los profesionales de la salud mental de avisar a potenciales víctimas aun cuando no haya ninguna relación entre ellas y el atacante-paciente.
8. Personas que no presentan una psicopatía pero viven con una rabia subyacente. Matan tras un suceso que desencadena esa rabia. En 1966, Charles Whitman asesinó a su esposa y a su madre. Acto seguido, subió a la torre de la Universidad de Texas y comenzó a dis parar indiscriminadamente. Mató a 14 personas e hirió a otras 32. El 1 de agosto del 2016, 50 años después del primer tiroteo masivo en Estados Unidos, entró en vigor una ley que permite llevar armas a los campus universitarios del Estado, y así los estudiantes puedan defenderse en caso de que ocurra un ataque masivo.
9. Amantes celosos que presentan determinados rasgos psicopáticos.
10. Asesinos que matan instrumentalmente a otras personas (sicarios), o porque alguien se interpuso en su camino, con una marcada personalidad egocéntrica.
11. Asesinan a aquellas personas que suponen un obstáculo para algún fin. Susan Smith recibió una carta de su amante en la que rompía con ella porque no estaba dispuesto a asumir la responsabilidad para con los dos hijos de ella (de 3 años y 14 meses de edad). El 25 de octubre de 1994, Smith encerró a sus hijos en su coche y lo lanzó a un lago.
12. Personas deseosas de poder que cometen crímenes al sentirse acorraladas, cuando sus argucias empiezan a fallarles.
13. Asesinos psicópatas rabiosos que pierden el control de sus peores emociones y les dan rienda suelta. La noche del 13 de junio de 1966, Richard Speck entró en un edificio donde residían nueve chicas estudiantes de enfermería con la intención de robar, y asesinó a ocho de ellas. La novena se salvó al esconderse bajo la cama.
14. Psicópatas conspiradores, despiadados, egoístas y egocéntricos que asesinan en busca de su propio beneficio.
15. Psicópatas que matan a sangre fría a varias personas, en un ataque puntual de rabia. Niegan su culpabilidad y evitan confrontar la realidad de los hechos.
16. Psicópatas que no solo asesinan, sino que también cometen otros actos criminales, como violaciones o mutilaciones. Tsutomu Miyazaki, hijo de una familia acomodada japonesa, acechó a niñas hasta que, a sus 27 años, secuestró, asesinó y mutiló a cuatro de ellas.
17. Asesinos psicópatas con connotaciones sádicas, fetichistas y marcadas perversiones sexuales, que pueden utilizar la tortura en el acto criminal, como Bundy, Shawcross, Berkowitz o Chase.
18. Asesinos que disfrutan torturando, pero cuyo objetivo principal es el asesinato. Las víctimas son asesinadas tras una tortura que no es prolongada. Ridgway, Brudos o Heirens son algunos ejemplos.
19. Psicópatas que no llegan a cometer asesinatos, pero participan en actos terroristas, violaciones o actos de dominio e intimidación.
20. Asesinos que torturan, cuya motivación principal es infligir daño a sus víctimas.
21. Psicópatas motivados por la tortura extrema, pero que no cometen asesinatos. Cameron Hooker fantaseaba con tener su propia esclava sexual. Supuestamente llegó a un acuerdo con su esposa en el que ella podría tener un bebé si él podía tener una esclava sexual. Hooker secuestró a una joven de 20 años y la mantuvo cautiva durante siete años. Fue azotada, estrangulada, quemada, electrocutada y violada. Durante gran parte de ese tiempo, estuvo encerrada dentro de una caja durante 23 horas al día. Fue condenado a 104 años de prisión.
22. Asesinos psicópatas que infligen extremas torturas a sus víctimas y terminan asesinándolas: Chikatilo, Dahmer, Rader, Gacy. En este mismo nivel, podemos incluir a los españoles Pérez Rangel y Javier Rosado.
Paz,V,F.(2018).Criminal-mente.La criminología como ciencia. Barcelona; Editorial planeta.
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