Francisco Goitia García nació en el estado de Zacatecas el 4 de octubre de 1882. Sus padres fueron Francisco Bollaín y Goitia y Andrea Altamira, quien falleció luego de dar a luz a Francisco. En consecuencia, el pintor fue criado por Eduarda Velázquez, quien era la mujer encargada de amamantarlo.
En muchas ocasiones Goitia afirmó que su niñez fue tranquila y agradable, ya que su infancia se desarrolló entre la flora y fauna de la Hacienda de Bañón. Por lo tanto, se puede establecer que Goitia creció en contacto directo con la naturaleza, lo que posteriormente influenciaría en su inclinación por retratar los paisajes mexicanos.
Realizó su educación primaria en Fresnillo. Luego de esto, su padre decidió llevarlo a la Hacienda de Ábrego con el objetivo de que el joven realizara labores de escritorio. Aunque a Goitia no le gustó mucho este trabajo, tuvo la oportunidad de leer varios libros importantes.
Por ejemplo, durante este período se instruyó sobre la guerra franco-prusiana, lo que le hizo interesarse por las labores militares. También conoció algunos grandes clásicos de la literatura universal como Los Miserables (Víctor Hugo), Los tres mosqueteros (Alejandro Dumas) y Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes); todo esto influenció en su desarrollo artístico.
Sin embargo su padre tenía otros intereses para él, concretamente enviarlo a Ciudad de México para que se formara en la carrera militar. No obstante, el doctor Carranza, amigo de su padre, le aconsejó que no enviara al joven a la academia militar, ya que Goitia tenía destrezas intelectuales que podían sobresalir en la disciplina de las artes plásticas.
Por consiguiente, el joven artista se dirigió a la capital con el objetivo de estudiar en la Academia de San Carlos. En esta institución recibió clases de notables artistas mexicanos como Julio Ruelas Suárez, José María Velasco Gómez-Obregón y Germán Gedovius.
Viaje al viejo continente
En 1904, Francisco Goitia con ayuda de su padre consiguió emprender un viaje a España, específicamente a Barcelona. En esta ciudad asistió a varios talleres y conoció todos los museos. A su vez, durante este periodo recibió clases del artista Francisco Galí y realizó varios dibujos empleando el carboncillo.
De esta época datan algunas de sus obras, como por ejemplo Patio de la Universidad de Barcelona. Pronto sus intereses pictóricos lo llevaron a recibir una beca por parte del ministerio, lo que le permitió realizar algunos estudios en Roma (Italia). En el transcurso de su estadía en Italia conoció la pintura renacentista y la arquitectura grecolatina.
Goitia se formó académicamente durante cuatro años en Europa. Luego tuvo que regresar a su país natal, ya que el militar Porfirio Díaz —en aquel momento presidente de México—, había sido erradicado del poder. Este conflicto político trajo como consecuencia que el pintor perdiera la beca de estudios.
De regreso a la patria
Al regresar a México, Goitia decidió residir un tiempo en Zacatecas. De esta época datan algunos de sus paisajes más famosos como por ejemplo Paisaje de Santa Mónica. Entre 1918 y 1925 decidió trabajar con Manuel Gamio, un antropólogo reconocido. En compañía de Gamio, Goitia realizó dibujos de elementos arqueológicos, lo que lo inspiró a pintar indígenas de forma realista.
Participación en la guerra
Goitia decidió acompañar al general Felipe Ángeles en sus hazañas militares. Sin embargo, el pintor no participó como militar, sino que se encargó de registrar los acontecimientos bélicos a través de su pintura.
En consecuencia, el artista tuvo que presenciar distintas batallas. Sus obras de estos años son un reflejo de la fascinación y el horror que se vive en la guerra. Otra de sus pinturas más importantes data de esta época: Los ahorcados
Para realizar esta pintura, Goitia decidió colgar él mismo a un grupo de cadáveres de los árboles con el objetivo de registrar en sus pinturas la descomposición de los cuerpos. Estos cuerpos eran acompañados por los paisajes mexicanos, lo que ofrecía un contraste notorio entre lo bello y lo grotesco.
Los ahorcados (1914)
Para muchos críticos de arte, esta es una de las obras más interesantes de Francisco Goitia. En la escena retratada se pueden contemplar varios elementos: en un primer plano, se observan los cráneos de unos animales, pertenecientes probablemente al ganado. Luego, se erigen un par de árboles totalmente secos (ninguna hoja y ramas opacas).
De las ramas de estos árboles cuelgan dos cadáveres. Uno de estos está completamente desnudo y se bambolea hacia la derecha, mientras que el otro lleva una camisa harapienta y se bambolea hacia la izquierda. Por encima de estos cuerpos revolotean dos aves de rapiña. Al fondo se vislumbra más paisaje desértico y un cielo azul y sin nubes.
Se unió al ejército revolucionario de Pancho Villa como pintor oficial del general Felipe Ángeles. Años más tarde recordaría: "Fui a todas partes con su ejército, observando. Nunca porté armas porque sabía que mi misión no era matar...". Su trabajo consistía en dar testimonio pictórico de la vida en estos agitados años. Así presenció varias batallas, como la de Zacatecas en 1914.
Los temas de la pintura de Goitia de estos años muestran el horror y la fascinación que le produjo la guerra. El pintor hizo cuadros que muestran paisajes del norte del país pero, sobre todo, la brutalidad y la muerte que veía cotidianamente. Para realizar su serie de cuadros sobre ahorcados, Goitia colgaba de un árbol cadáveres auténticos y observaba su descomposición para después plasmar el dramatismo de su violenta muerte. La desolación de los paisajes de Goitia transmiten el sentimiento que la Revolución produjo en el artista.
Distanciamiento cultural y últimos años
En 1920 conoció a Ignacio Rosete; un hombre familiar que posteriormente le vendió al pintor un terreno. Esta tierra fue empleada por Goitia para construir una choza, donde se dedicó a seguir retratando los desolados paisajes mexicanos.
Durante el resto de su vida, Goitia decidió no pertenecer a la vida tanto intelectual como cultural de México. Falleció el 26 de marzo de 1960 a la edad de 77 años por causa de una neumonía.
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