El anhelo de trascender en el tiempo y en cierto
modo de inmortalidad, es tan antiguo como la misma
especie humana. Muestra de ello son, por ejemplo:
las pinturas rupestres, las pirámides de Egipto, colecciones enteras de arte o incluso los seguros de vida.
Así pues, no es de sorprender que a lo largo de la
civilización haya existido el deseo de impedir la descomposición del propio cuerpo y de los seres queridos, o por lo menos, retrasar el proceso, evitando que
el cuerpo se vuelva un mero objeto transitorio.
En el pasado, la conservación permanente era algo
que estaba reservado para unos pocos individuos. No
fueron sólo los rituales mágicos o religiosos en torno
a la muerte los que condujeron al desarrollo de los
métodos de conservación de cadáveres, también jugó
un papel importante el miedo a la muerte aparente.
Todavía hasta fecha muy reciente, la muerte y el proceso de muerte no eran bien conocidos y existía una
gran incertidumbre sobre cuándo y cómo ocurre ese
momento tan temido pero inevitable. Se creía que el
cuerpo permanecía en un estado mínimo de vida que
podría prolongarse mientras éste conservara la piel.
Comentarios tales como, “los cadáveres son feroces
y devoran su propia vestimenta” o “los cadáveres
pueden oír”, no son inusuales incluso en nuestros días.
Si la tierra sobre una tumba se hundía y si los gases
que emanaban de los cadáveres en descomposición hacían que ésta se elevara (a menudo se enterraban
las personas en fosas comunes y en consecuencia se
producían cantidades considerables de gases), parecía que la tumba se movía y se pensaba que eso era
un mensaje codificado de los muertos.
No fue sino hasta que, entre otros aspectos, se entendió bien la circulación sanguínea y ciertas funciones cerebrales, que se pudo definir el momento de la muerte
como un acontecimiento preciso en el tiempo. Sin embargo, en nuestros días todavía hay desacuerdos cuyas
consecuencias son incluso de carácter legal.
De cualquier manera, el desarrollo de métodos de conservación
apropiados fue importantísimo para la medicina, ya que
permitió el estudio de la anatomía humana que había
estado obstaculizado por la descomposición, sin mencionar los preceptos religiosos.
Los métodos de conservación artificial llevados a
cabo por el hombre no son la única manera de conservar cuerpos. También existe la conservación natural, que requiere que el cadáver se seque paulatinamente y en una atmósfera relativamente libre de
bacterias. Tal es el caso de los cuerpos depositados
en sarcófagos y sellados al vacío o en criptas ventiladas con aire seco. Lo mismo ocurre con los cuerpos
enterrados en páramos, donde el ácido húmico ayuda
a conservarlos. Muchas momias naturales incluyendo a Ötzi (la momia europea más célebre y antigua)
son prueba de que la conservación natural es tan buena como la de los faraones, que costó tanto trabajo.
Antecedentes
La idea de que la muerte no significa el fin de nuestra existencia es casi infinita y común a diversas culturas y religiones. Si el proceso se concibe como una
mera transición del alma hacia otra realidad espiritual (tal es el caso del judaísmo, cristianismo, y el
budismo), el cuerpo adquiere una importancia secundaria y los rituales mortuorios son relativamente sencillos. No ocurre lo mismo en las civilizaciones
tempranas que estaban convencidas de una vida material después de la muerte. En estos casos, los fallecidos eran enterrados con una rica variedad de objetos
cuyo significado y valor eran congruentes con su
estatus social, surgiendo la necesidad de impedir la
descomposición
Las prácticas de conservación, preservación y embalsamamiento de cadáveres
humanos han sido comunes en diferentes culturas y desde tiempos remotos.
La
utilización en el Egipto antiguo de mezclas de cloruro de sodio, bicarbonato de
sodio y carbonato de sodio (Natrón), especies aromáticas como la mirra, la
cassia, el vino de palma, el barro del mar muerto tenían como objeto la
deshidratación del cuerpo y la eliminación de fuentes de putrefacción del mismo.
Desarrollaron el arte
de embalsamar y momificar a sus muertos. Todavía
hoy se pueden admirar los resultados de sus técnicas
milenarias en diversos museos alrededor del mundo. Su experiencia no fue fortuita, debido a las inundaciones anuales en el valle del Nilo, debían enterrar a
sus muertos lejos del alcance de las aguas, es decir,
en la arena seca o entre las piedras de la región desértica circundante. Ahí, las condiciones para la momificación natural eran ideales: sequía perenne y arena
cálida favorecían la deshidratación y conservación. El arte egipcio de embalsamar alcanzó su cenit
en el periodo comprendido entre los años 1700 a
1100 a.C. Se limitaba, empero, al “caparazón mortal” de los cuerpos.
Los órganos, como los pulmones, hígado, riñones, o el cerebro, no podían ser
conservados suficientemente bien, por lo que el cerebro era removido por la nariz con la ayuda de un
gancho. La cavidad abdominal se abría por el costado izquierdo y se removían las vísceras con excepción del corazón.4
Se lavaban con aceite de palma y
se colocaban en un frasco con alcohol. Sin embargo, se descomponían relativamente rápido porque
las esencias utilizadas (resinas y natrón) sólo tenían
un efecto superficial.
La cavidad torácica también
se lavaba y se rellenaba con polvo de mirra, resinas
y perfumes. Después se sumergía el cuerpo en una
solución de nitrato de potasio o de salitre durante
70 días. Finalmente, se volvía a lavar, le untaban
aceites o resinas olorosas y se envolvía con repetidas y complicadas capas de vendas de lino. La piel
y los huesos se conservaban con relativa facilidad,
pues de por sí no se descomponían fácilmente, por
tan áridas condiciones.
Métodos similares a los egipcios los comparten los
nativos de las Islas Canarias, en África (Guinea, Congo, Sudán, y Costa de Marfil), en Asia (India, Sri
Lanka, y Tibet), en Oceanía (Melanesia y Polinesia),
en América (en muchas tribus indígenas del norte y
sur de América) y en Europa. De hecho, el principio
sigue vigente en Assam, Birmania, Malasia, Nueva
Guinea y en la región amazónica donde encogen cabezas y las tienen como trofeos.
En América, culturas incaicas y preincaicas asentadas en la costa norte de Chile,
el piedemonte amazónico peruano y el norte de Argentina, utilizaron técnicas de
embalsamamiento con fines similares a los de los egipcios. Hacían evisceración y
retiro de tejidos blandos con el propósito de conservar la piel, y rellenaban el
cuerpo con totora, un junco que crece en el lago Titicaca, arcilla y lana de
camélidos como la llama. Aunque no se ha determinado la composición de las
arcillas, sí se ha demostrado el uso de secado al ambiente, así como el uso del
fuego y del humo. En Colombia, existe muy poca información acerca del proceso
de conservación ya que las momias muiscas que existen en el Museo del Oro, el
Museo Nacional y el Museo Británico fueron extraídas por guaqueros; sin
embargo, hay evidencia de extracción de vísceras y su reemplazo por joyas y oro,
desecación con hoguera, similar al procedimiento de ahumado y envoltura en
mantas de algodón.
Hasta el siglo XVII, los cadáveres eran conservados utilizando las mismas técnicas de embalsamamiento de los antiguos egipcios. Los métodos modernos difieren de los antiguos, tanto en las sustancias
como en las tecnologías utilizadas. Primordialmente
hay que mencionar la introducción de nuevos químicos como el formaldehído y las inyecciones arteriales. Respecto al último procedimiento, William Harvey había inyectado las venas de sus cadáveres con
colorantes;7
el nuevo principio de la inyección arterial había sido utilizado con éxito por primera vez
por Frederyck Ruysche, maestro de anatomía en
Ámsterdam. Desafortunadamente, Ruysche no registró la información exacta sobre los químicos que utilizó. Las primeras descripciones detalladas del embalsamamiento arterial fueron escritas por el
anatomista escocés William Hunter, quien utilizó una
solución a base de aguarrás y aceites resinosos combinada con colorantes, que inyectó en la arteria femoral.
En épocas más recientes y hasta el siglo XIX, el embalsamamiento fue realizado
mediante técnicas que incluían el uso de alcoholes, sales de arsénico y mercurio,
y otras sales metálicas. Sin embargo, el gran cambio fue llevado a cabo en el año
de 1868 cuando el científico alemán William Hoffman descubrió el formaldehido,
un gas soluble en agua, gaseoso a temperatura ambiente y de olor picante, con
una presión de vapor de 10 mm/Hg y con cualidades de excelente microbicida.
Hoffman inició su uso para la conservación de cuerpos y luego mejoró su técnica
mediante la mezcla del formaldehido con sales de alcoholes y su inyección intraarterial.
Unos años antes, Laskowski (1886) ya había utilizado su bálsamo genovés, la glicerina (descubierta por Scheele en 1779), para proteger a los cuerpos de la deshidratación, con fenol (introducido por Lister en 1867 como desinfectante) para conservarlos. Una encuesta publicada por Grönroos, en 1898, muestra la importancia que tuvieron esos descubrimientos para las técnicas de conservación. De los 44 institutos anatómicos consultados en Europa, todos dijeron emplear el método de la inyección arterial para el embalsamamiento.
Los líquidos generalmente aceptados en toda Europa eran el formaldehído (para embalsamar y endurecer), el fenol (para inhibir la formación de hongos) y la glicerina (para proporcionar y retener la humedad). Casi todas las sustancias que se utilizan hasta hoy en día, fueron introducidas desde principios del siglo XX. Un buen ejemplo es el líquido de conservación utilizado por la Universidad de Heidelberg compuesto de formaldehído 3%, lisoformo (contiene formaldehído, glutaraldehído, y una solución humectante) 1.5%, fenol 6%, glicerina 15%, alcohol 30%, y agua 45%.
Los complejos procesos de preservación de cadáveres se desarrollaron a partir de los métodos para
conservar comida; por ejemplo, el uso de humo, sales, ácidos o soluciones (vinagre, miel, azúcar o alcohol) y la deshidratación en semillas, frutas, carnes, etc.
A pesar de lo tétrico que parezca, el cuerpo de
Alejandro Magno fue conservado en miel hasta su
regreso a Macedonia luego de su muerte inesperada,
y el cuerpo de Horacio Nelson retornó a casa sumergido en brandy, tras la victoriosa batalla de Trafalgar, de conclusión fatal para el Almirante.
¿Qué es la plastinación?
Aproximadamente el 70% de nuestro cuerpo está
compuesto de fluidos. Éstos son indispensables tanto
para mantenernos vivos como para el desarrollo de
la descomposición.
- La plastinación es un proceso especial de aspiración y limpieza, que permite que los fluidos de nuestros tejidos sean remplazados por plásticos tales como el silicón, la resina epóxica o la resina de poliéster. Microscópicamente se puede observar que las células y su superficie natural no cambian en comparación al estado previo a la plastinación. Los cuerpos permanecen secos e inodoros, por lo que resultan manejables, cualidades muy importantes en la educación de los estudiantes de medicina.
La plastinación ha permitido, por primera vez, conservar muestras anatómicas de una forma duradera, realista y estética, y servir con propósitos de investigación
o de educación general. Estas muestras naturales son
muy valiosas para la comprensión cabal de las complejas estructuras tridimensionales del sistema locomotriz
o de los órganos en sus respectivas posiciones e interrelaciones, cosa que es difícil sólo a través de los libros o
de las fotografías, por buena que sea su calidad.
Los modelos anatómicos artificiales hacen aportaciones limitadas a la comprensión de la anatomía,
su extrema esquematización soslaya los detalles más
finos y no revela la individualidad de un cuerpo humano. Un modelo artificial es siempre idéntico al anterior, las variaciones anatómicas de un individuo a
otro son muy significativas. Más allá de sus cualidades didácticas, las muestras plastinadas también irradian cierta fascinación
dada su absoluta autenticidad.
La plastinación frena
la descomposición y la deshidratación de un modo
tan tajante, que el cuerpo y sus órganos dejan de ser
algo repugnante; los espectadores no pueden siquiera molestarse por algún olor ofensivo.
La plastinación permite una experiencia sensorial
de muestras bellísimas, congeladas a medio camino
entre la muerte y la descomposición. Gracias a su
cualidad realista, la plastinación representa la forma
más atractiva de exhibir muestras humanas. Esto se
hace particularmente evidente en los cortes transparentes –que son verdaderas ventanas hacia estructuras indispensables para la vida–. Sin los cortes posibilitados por la plastinación, estas estructuras
necesitarían ser vistas a través de una lupa. Las largas horas de disección se justifican para recrear un
cuerpo entero donde se muestren sus más mínimos
detalles. Los ejemplares plastinados exceden por
mucho la capacidad expresiva de aquellos que no han
sido tratados de esta forma. Por ejemplo, gracias a
plásticos teñidos, se puede distinguir más nítidamente la materia gris de la materia blanca del cerebro, en
una muestra plastinada de otra que no lo está. (Reyes,2007).
- La plastinación es una técnica de conservación de componentes anatómicos que consiste en reemplazar las moléculas de agua por un polímero. Esto se logra en cuatro etapas (fijación, deshidratación, impregnación forzada y curado). (Acevedo,2017)
- La Plastinación es una técnica única para la preservación de tejidos, desarrollada por el Dr. Gunther Von Hagens en Heidelberg, Alemania en 1978. La edición 19 de la gran enciclopedia alemana Brockhaus en 1992, indica que el término “Plastinación” es derivado del griego (de plassein = en forma determinada, a la forma). Sin embargo, fue Von Hagens quien acuñó el término ya que la palabra “plastificación” utilizada en las patentes originales de 1977 y 1978, tenía un significado fijo en el campo de la química de polímeros, pero no era fácilmente recordada, lo que podría impedir la adecuada popularización de la nueva tecnología, particularmente en el extranjero (Priya, Lama y Magar, 2001).
- El término conservación se describe como todo aquel procedimiento que permite mantener un objeto en su estado inocuo sin que este pierda sus características o propiedades originales. A razón de esto, la conservación de cadáveres corresponde a preservar todas las características con distintos fines. No fue sino hasta 1838 que el científico alemán William Hoffman inicio el uso de formaldehído en sus procedimientos de conservación; éste es un gas soluble en agua, gaseoso a temperatura ambiente. Lamentablemente fue catalogado como sustancia cancerígena por La Administración para la Salud y Seguridad Ocupacional de los Estados Unidos (OSHA según sus siglas en inglés), quienes condicionaron su uso, dilución y tiempos de exposición.
En 1977, el científico alemán Dr. Gunther Von Hagens
revolucionó la conservación de material biológico al
introducir la plastinación. Esta consiste en el reemplazo del agua y parte de los lípidos de los tejidos
por polímeros curables, produciendo piezas secas
e inodoras, de aspecto natural y duradero , que
la hace idónea para el uso en exposición museal y
docencia. A la fecha se han descrito diferentes
tipos de polímeros y procedimientos, cada una con
características propias.
En algunos de estos, por
ejemplo, se usa resina epóxica con la que se logran
cortes delgados (2-5 mm) y ultra delgados (0,5-1,5 mm)
de piezas anatómicas, embebidas en láminas (3, 5, 9,
10). De forma similar sucede con las resinas de poliéster, de las que resultan cortes delgados (2-3 mm, 4-8
mm), con la característica de resaltar la sustancia gris
respecto a la blanca en el tejido nervioso (3, 11-13).
El procedimiento con silicona, por su parte, consigue
piezas macroscópicas flexible.
Von Hagens inició sus
estudios de Medicina en Jena y los culminó en Alemania Federal, concretamente
en la ciudad de Heilderberg. Allí obtuvo en 1977, un puesto como colaborador
científico en el Instituto de Anatomía y Biología, centro de investigación, donde
comenzó sus primeros ensayos sobre plastinación de tejidos mediante la
utilización de polímeros plásticos para la conservación de especímenes. El mismo
Von Hagens describió la técnica como un procedimiento sencillo en el cual se
saca el agua del tejido, y después de sumergirlo en acetona, se llena de
polímeros fluidos; luego se seca mediante focos de luz o calor. Los polímeros
plásticos, como la silicona, son muy flexibles y esto hace que los cuerpos
plastinados sean muy duraderos (Zurdo, 2009). Tras desarrollar la técnica,
patentó en Europa y Norteamérica los productos diseñados en su laboratorio
como la silicona, los polímeros y las resinas de tipo epóxico, así como los
catalizadores y los equipos necesarios, e igualmente la plastificación como
técnica. A finales del siglo XX puso a disposición de la humanidad sus
conocimientos y empezó la replicación del proceso de plastificación con fines
pedagógicos en diferentes universidades del mundo.
Actualmente, se encuentra un buen soporte basado en la experiencia de
investigadores en el desarrollo de la técnica de plastinación y un gran número de
aplicaciones en el campo de la enseñanza y de la clínica. El interés particular
está encaminado a desarrollar una técnica que proporcione resultados de alta
calidad, modelos plastinados con detalles anatómicos precisos, con
características normales de color, resistencia, longitud, ancho, grosor y evitar las
contracciones de los tejidos sometidos al proceso. Los modelos plastinados al
servicio de un objetivo dependen de una adecuada realización de la técnica. El
seguimiento minucioso de cada una de las fases del proceso, es la clave para
una buena plastinación.
Proceso de plastinación
La técnica de Plastinación incluye cinco etapas en general: fijación,
deshidratación, impregnación forzada y curado. Los pasos para
realizar la técnica siguen siendo los mismos; sin embargo, con el objeto de
reducir los costos y los riesgos, algunos investigadores italianos, neozelandeses,
españoles, etc., han propuesto variaciones en algunas sustancias pero
conservando los principios básicos de la técnica inicial.
Primera etapa (Fijación)
La primera etapa consta de inmersión, inyección y/o
perfusión de las piezas anatómicas en solución de
formaldehído al 10 % por un periodo mínimo de una
semana, que varía según las características propias
de la pieza anatómica y garantiza así la perfusión del formol a todos los tejidos. En ocasiones se han adicionado pigmentos vegetales de la industria alimentaria local con el fin de darle una apariencia natural.
El formaldehído inserta puentes de metileno entre los
átomos de nitrógeno de proteínas adyacentes, por lo
cual se considera un excelente agente fijador
Se realiza incorporando dentro de la membrana celular y estructura
molecular del espécimen, un fijador proporcionando cierta firmeza y minimizando
la contracción. El fijador también permite desnaturalizar algunas enzimas del
tejido que pueden activarse después de la deshidratación e inclusive, después de
la plastinación y causar descomposición del tejido, o enzimas que puedan
interferir con la polimerización después de la impregnación. La fijación también
permite desinfectar el espécimen, destruir bacterias, etc. El proceso de fijación
puede realizarse mediante inmersión (sumergiendo el espécimen dentro del líquido); infiltración (acumulación aumentada de una sustancia en un tejido);
inyección (acto de introducir el líquido dentro de una parte); perfusión (acto de
verter sobre o a través de) y dilatación (acto de estirar).
La solución fijadora más
comúnmente usada es la formalina (formaldehido 1-20%). Se utiliza a bajas
temperaturas, por debajo de 15º C, mediante la inyección e inmersión del cadáver
o espécimen en soluciones de formaldehido a una concentración por debajo del
5%, por un periodo de 4 a 8 semanas, de acuerdo con el tamaño del órgano y la
contextura del cadáver; durante esta etapa se recomienda disecar las estructuras
que se quiera demostrar y el objetivo por el cual se va a realizar todo el proceso,
así como el uso de soluciones de hierro u otras, para la preservación del color
natural del órgano o del cadáver.
Segunda etapa (Deshidratación)
En Colombia la acetona es un producto químico controlado, debido a su potencial uso en la fabricación
de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, por
lo que es de difícil consecución y alto costo. Por esta
razón en el laboratorio de plastinación de la FM de la
UDEA se decidió reemplazar la acetona por alcohol
isopropílico (en adelante cualquiera de estas sustancias serán mencionadas como solvente intermediario). Esta adaptación fue posible debido a que estas
moléculas presentan características estructurales y
físico-químicas similares.
En el Laboratorio de Plastinación de la FM de la UDEA
se realiza la deshidratación en frío a -15 °C, debido a
condiciones propias de las instalaciones. Esto difiriere
de la temperatura recomendada en la técnica estándar alemana, que es de -25 °C, lo que disminuye la
retracción de los tejidos propia de esta fase de la técnica (3, 14, 32).
Esta etapa se realizó mediante la inmersión del espécimen en alcohol isopropílico, que era cambiado periódicamente por esta misma sustancia a mayor concentración, se considera por finalizada la deshidratación
cuando se obtenían dos mediciones consecutivas de
por lo menos 7 días de diferencia entre ellas y concentraciones superiores al 99 %. Similar al proceso de
desengrasado con cloruro de metileno relatado en la
técnica estándar alemana (36). Se efectuó el proceso
de desengrasado con alcohol isopropílico, dejando las
piezas por una a dos semanas a temperatura ambiente,
según las características propias de la misma.
Consiste en extraer y sustituir los fluidos tisulares por un
disolvente orgánico. Este solvente debe ser un apropiado disolvente intermediario
volátil (acetona o diclorometano) que tenga las propiedades adecuadas para la
extracción durante el proceso de impregnación. Para la deshidratación se
recomienda la inmersión del espécimen en baños de acetona, que deben iniciarse
en concentraciones no mayores del 70%; semanalmente se cambia el baño
aumentando la concentración del solvente, hasta lograr una deshidratación por lo
menos del 99%.
La concentración es controlada con un acetonómetro calibrado
en 90 – 100 a 20º C y cualitativamente con la coloración de la solución; el tono
amarillo indica la necesidad de cambio de la solución (Beltrán, 2010). Esta etapa
también se realiza a bajas temperaturas, por debajo de - 25ºC, para evitar la
contracción o la llamada retracción.
La acetona no es el único deshidratante utilizado, existen otros agentes que son
rutinariamente usados en procesos de plastinación, como el alcohol etílico,alcohol isopropílico, e inclusive el thinner. Los tiempos de deshidratación
dependen del tamaño del órgano, de la efectividad del agente y de su
temperatura; a temperaturas bajas del agente deshidratante existe menos riesgo
de alterar la medida original del espécimen.
Tercera etapa (Impregnación forzada)
Es el paso principal de la plastinación y consiste en la
sustitución del disolvente intermediario (acetona) por silicona. Esta impregnación
es forzada con una bomba de vacío; la presión de vacío generada en la cámara,
facilita la evaporación del solvente y el ingreso a los tejidos de las moléculas del
material seleccionado; debe realizarse por un periodo no menor de 7 días.
La extracción del solvente intermediario, sea acetona
o alcohol isopropílico, se realiza mediante una bomba de vacío tomando ventaja de la diferencia entre
la presión de vapor del solvente intermediario y la
del polímero; la extracción es directamente
proporcional a la presión de vapor del solvente intermediario, pero es inversamente proporcional a la
presión en la cámara de vacío.
En la técnica estándar alemana, la impregnación forzada finaliza una vez no se observa la extracción del
solvente intermediario a presiones de 5 mmHg o inferiores, ya que la temperatura recomendada para este proceso es igual o menor de -25 °C, también conocida como impregnación en frío. En el método
propuesto por la UDEA, se utiliza alcohol isopropílico,
solvente intermediario que se caracteriza por su baja
presión de vapor, aspecto que dificulta su extracción
completa, pues lograrlo requiere presiones más bajas
y los equipos utilizados tienen límite de descenso en
la presión; cercano a -5 mmHg.
Consecuentemente se halló que cuando se modificaba únicamente el solvente intermediario al método
estándar alemán se observa mayor retracción y rigidez respecto a aquellas piezas sometidas al mismo
proceso pero deshidratadas con acetona. Incluso era
frecuente, semanas después de culminar el proceso,
percibir el olor del alcohol isopropílico, evidencia de
que no se había extraído totalmente de los tejidos,
debido a la limitación de los equipos para lograr un
mayor descenso de la presión; suceso que no ocurría
con las muestras deshidratadas con acetona. Como
relacionamos previamente, la extracción del solvente
intermediario es directamente proporcional a la presión de vapor, por lo tanto, una alta presión de vapor
favorece la extracción de este. Esta propiedad se relaciona con la energía cinética que poseen las mismas, así mientras más energía se transfiera a una
sustancia, mayor será su vaporización y aumentará
la presión de vapor. Es por esto que si se aumenta la
temperatura del solvente intermediario, como en las
impregnaciones realizadas a temperatura ambiente,
se estará aumentando la presión de vapor y por ende
se favorecerá su extracción de los tejidos.
Dado que en el Laboratorio de Plastinación de la
UDEA la impregnación forzada en frío de piezas deshidratadas con el alcohol isopropílico no fue satisfactoria, se decidió adoptar en el protocolo la reimpregnación forzada de las piezas anatómicas a temperatura
ambiente (18 °C - 22 °C), posterior a la ya realizada en
frío. Con ello, la adaptación en el método estándar
alemán a las condiciones del laboratorio consistió en
la deshidratación de las piezas anatómicas con alcohol isopropílico, impregnación en frío y posterior reimpregnación a temperatura ambiente.
Esta etapa se realizó con una mezcla de Biodur S10:S3
en una proporción de 100:1 según la descripción original de la técnica. Estas impregnaciones mencionadas se realizaron descendiendo gradualmente
la presión. La técnica UDEA protocolizó inicialmente descender de la presión atmosférica hasta alcanzar 50
mmHg, finalizando cada impregnación a 5 mmHg o
menos, y no se aprecia burbujeo en la superficie de la
mezcla Biodur® S10:S3, ello es un indicador de la no
extracción de solvente intermediario de los tejidos.
Cuarta etapa (Curado)
Durante este proceso se produce el endurecimiento de los
especímenes previamente impregnados en el baño de silicona, adquiriendo un
aspecto firme, seco y de fácil manipulación. Para ello, las preparaciones son
colocadas en un recipiente hermético al que previamente se añade un
endurecedor en cantidad suficiente para cubrir el fondo del mismo, de forma que
éstas no contacten directamente, pues el mismo actúa al evaporarse. (Diz, Miró y
Cols., 1994). El procedimiento de curado se realiza a temperatura ambiente con
un polimerizante por cerca de 6 semanas; puede ser acelerado utilizando una
bomba de acuario en la cámara por 2 o 3 semanas. Se usa cloruro de calcio
como absorbente. El curado con gas se acelera con un ventilador a temperatura
ambiente. Previo al curado debe realizarse la fijación de los especímenes en
posiciones anatómicas y la separación de los planos de las disecciones con hojas
plásticas
El curado del polímero se realiza según el método
estándar alemán que consiste en la vaporización del
endurecedor, también conocido como entrecruzador
de cadenas o Biodur S6, bajo cámara sellada, esta
era inicialmente rudimentaria, constaba de un contenedor plástico de 0,255 m3
sellada herméticamente, un recipiente de vidrio de 100 ml y una bomba de pecera comercial. Actualmente, se emplea el modelo
HH13A1.0 Biodur, el cual cuenta con un ventilador,
tres recipientes de vidrio de 500 ml y tres bombas de
pecera que vaporizan el entrecruzador de cadenas
por medio del burbujeo que se produce al inyectar
aire.
Esta etapa se realizó encendiendo la cámara de curado previamente sellada de forma intermitente en ciclos de tres a cuatro horas, conservando las piezas en
su interior y encendiendo el ventilador para ayudar
a la circulación del entrecruzador hasta completar el
curado superficial de la pieza. Posteriormente se almacenaron no menos de 30 días en bolsas herméticas
con lo que se favorece el mismo proceso, esta vez del
polímero al interior del espécimen.
¿Quien es Gunther Von Hagens?
Gunther von Hagens, bautizado como Gunther Gerhard Liebchen, nació en 1945 en Alt-Skalden, Posen, Polonia – en aquel entonces, parte de Alemania. Para escapar de la inminente ocupación rusa de su patria, sus padres introdujeron al bebé de cinco días en una cesta para la ropa y dieron comienzo a un viaje de seis meses de duración. La familia vivió brevemente en Berlín y sus alrededores antes de asentarse finalmente en Greiz, una pequeña población en la que von Hagens permaneció hasta cumplir los 19 años.
De niño, le fue diagnosticado un trastorno hemorrágico poco común que limitaba sus actividades y requería largos períodos de hospitalización que, según declara, fomentaron en él un sentimiento de alienación y disconformidad. A los seis años von Hagens estuvo a punto de morir y permaneció en cuidados intensivos durante muchos meses. Sus encuentros diarios con los médicos y las enfermeras dejaron en el niño una huella imborrable e hicieron crecer en él su deseo de convertirse en médico. Mostró también desde una temprana edad su interés por las ciencias, volviéndose –según cuenta– durante el lanzamiento ruso del Sputnik al espacio, en un apasionado del tema a la edad de 12 años. "Yo era el archivero y la autoridad del colegio en lo referente al Sputnik," ha declarado.
En 1965 von Hagens ingresó en la facultad de Medicina de la Universidad de Jena, situada al sur de Leipzig y lugar de nacimiento de los escritores Schiller y Goethe. Sus métodos poco ortodoxos y su personalidad extravagante eran lo suficientemente notables como para que se citaran en los informes académicos de la universidad… "Gunther Liebchen es una personalidad que no aborda las tareas sistemáticamente. Esta característica y su gran imaginación, que a veces le hacía olvidar la realidad, ocasionalmente lo llevaban a desarrollar formas de trabajo fuera de lo normal y a mostrarse obstinado - pero nunca de una manera que perjudicara al colectivo de su grupo de seminario. Al contrario, sus formas a menudo alentaban a sus compañeros a analizar críticamente su propio trabajo."
Durante su estancia en la universidad, von Hagens comenzó a cuestionar el comunismo y el socialismo, y amplió sus conocimientos en materia de política reuniendo información procedente de fuentes de noticias occidentales. Más tarde participó en protestas estudiantiles contra la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia. En enero de 1969, disfrazado de estudiante de vacaciones, von Hagens cruzó Bulgaria y Hungría, y el 7 de enero trató de atravesar la frontera checoslovaca y pasar a Austria y a la libertad. Fracasó, pero hizo un segundo intento al día siguiente, en otro lugar situado a lo largo de la frontera. Esta vez las autoridades le arrestaron.
"Mientras estaba detenido, un simpático guardia me dejó una puerta abierta para que pudiera escapar. Dudé, sin ser capaz de decidirme; esa determinación me costó cara," señala.
Gunther von Hagens fue arrestado, extraditado aAlemania del Este y permaneció encarcelado durante dos años. Con tan solo 23 años de edad, el iconoclasta von Hagens era considerado una amenaza para el estilo de vida socialista y por tanto era necesario que se sometiera a rehabilitación y educación ciudadana. Según los registros de la prisión correspondientes a Gunther Liebchen, se cita…"El prisionero recibirá formación para que desarrolle una conciencia de clase apropiada de manera que su vida futura siga las normas y reglas de nuestra sociedad. El prisionero deberá tomar conciencia del peligro de su conducta, y al hacerlo, deberán establecerse las conclusiones del prisionero sobre su comportamiento futuro como ciudadano del estado social."
Cuarenta años después de su encarcelamiento, Gunther von Hagensexpresó sus sentimientos sobre los años perdidos de la siguiente manera
"Las profundas amistades que forjé allí con otros prisioneros, y los terribles aspectos del cautiverio al que me vi forzado a superar por medio de mi fantasía, ayudaron a configurar mi sentido de la solidaridad con los demás, mi confianza en mi propio cuerpo y mente ante la privación de la libertad, y mi capacidad de resistencia. Todo cuanto aprendí en prisión me ayudó posteriormente en mi vida como científico."
En 1970, tras la compra de su libertad porAlemania Occidental, von Hagens se inscribió en la Universidad de Lubeck para finalizar sus estudios de Medicina. Cuando se graduó en 1973 trabajó como residente en un hospital de Heligoland - una isla libre de impuestos donde el acceso a las bebidas alcohólicas a bajo precio tenía como consecuencia una elevada población de alcohólicos.
Un año más tarde, después de obtener su título en Medicina, se incorporó al Departamento de Anestesiología y Medicina de Urgencias de la Universidad de Heidelberg, donde se dio cuenta de que su mente pensativa no era adecuada para las rutinas tediosas que se le exigían. En junio de 1975 contrajo matrimonio con la Dra. Cornelia von Hagens, antigua compañera de clase y adoptó el apellido de ésta. El matrimonio tuvo tres hijos: Rurik, Bera, y Tona.
En 1977, mientras trabajaba como residente y profesor universitario –el inicio de una carrera de 18 años en el Instituto de Patología y Anatomía de la universidad– von Hagens inventó la plastinación, su innovadora tecnología para conservar especímenes anatómicos mediante la utilización de polímeros reactivos.
"Estaba mirando una colección de especímenes incrustados en bloques de plástico. Era por entonces la técnica de conservación más avanzada, según la cual los especímenes permanecían en el interior de un bloque de plástico transparente. Me pregunté por qué se vertía el plástico y a continuación se curaba alrededor de los especímenes en lugar de introducirlo en las células, lo que estabilizaría los especímenes desde el interior y literalmente nos permitiría agarrarlos."
Patentó el método y a lo largo de los seis años siguientes, von Hagens dedicó todas sus energías a perfeccionar su invención. En la plastinación, el primer paso consiste en detener la descomposición.
"Se embalsama el cuerpo con una inyección de formalina en las arterias, mientras que los especímenes más pequeños se sumergen en la misma sustancia. Tras la disección, se extraen todos los fluidos corporales y la grasa soluble del espécimen y a continuación son sustituidos por medio de la impregnación forzada al vacío por resinas reactivas y elastómeros como la goma silicónica y la resina epoxídica," dice.
Durante este tiempo, von Hagens creó su propia empresa, BIODUR Products, para distribuir los equipos, la tecnología y los polímeros especiales utilizados para la plastinación, a instituciones médicas de todo el mundo. En la actualidad, más de 400 instituciones situadas en 40 países de todo el globo utilizan la invención de Gunther von Hagens para conservar especímenes anatómicos para la enseñanza de la medicina. En 1983, figuras de la iglesia católica pidieron al Dr. von Hagens que plastinara el hueso del talón de Santa Hildegarda de Bingen, (1090-1179), mística beatificada, teóloga y escritora venerada en Alemania. La oferta posterior de von Hagens de plastinar al papa Juan Pablo II fracasó antes de llegar a ser objeto de un debate serio.
En 1992 von Hagens se casó con la Dra. Angelina Whalley, médica que trabaja en calidad de Directora Comercial además de ser la diseñadora de las exposiciones BODY WORLDS. Un año más tarde, el Dr. von Hagens fundó en Heidelberg el Instituto de Plastinación, que ofrece especímenes plastinados para uso didáctico y para las exposiciones BODY WORLDS, inauguradas en Japón en 1995.
Hasta la fecha, BODY WORLDS ha sido contemplada por 30 millones de personas en más de 50 países de Europa, Asia y Norteamérica. Sus continuos esfuerzos por presentar las exposiciones, enfrentándose incluso a la oposición y a ataques a menudo virulentos son, segúndice, "la carga que ha de soportar como profesor y anatomista público".
"Sólo al anatomista se le asigna un papel específico - se ve forzado en su trabajo diario a rechazar los tabúes y las convicciones que tiene la gente sobre la muerte y los difuntos. Yo mismo no soy controvertido, pero mis exposiciones sí lo son, porque pido al público que trascienda de sus creencias y convicciones fundamentales sobre nuestro destino conjunto e ineludible."
Aparentemente determinado a agotar los límites de vivir en libertad, el Dr. von Hagens ha hecho un esfuerzo concertado por viajar y difundir sus intereses por todo el mundo. Aceptó un cargo como profesor visitante en la Universidad Médica de Dalian en China en 1996 y se convirtió en director del centro de investigación para la plastinación de la Academia Médica Estatal deBishkek/Kirguistán. En 2001 fundó una empresa privada, la Von Hagens Dalian Plastination Ltd., en Dalian, China. En 2004, el Dr. von Hagens dio inicio a un periodo como profesor visitante en la Escuela Universitaria de Odontología de Nueva York. Actualmente está diseñando el primer currículo de anatomía de los Estados Unidos que utilizará especímenes plastinados en lugar de la disección.
"El cuerpo humano es la última naturaleza remanente en un hombre hecho entorno," declara. "Espero que las exposiciones sean lugares para la ilustración y la contemplación, incluso de autoreconocimiento filosófico y religioso, y estén abiertas a la interpretación, independientemente de los antecedentes y la filosofía de vida del visitante."
Plastinación, o de la transformación de lo natural
en artificial, de la persona en objeto, de la disección
anatómica en creatividad artística
La finalidad directa de la plastinación es la
conservación de material biológico para la enseñanza de la anatomía, el conocimiento del cuerpo humano, si bien su uso se ha extendido, por parte de Von
Hagens, a la exhibición en galerías de arte y museos, en forma de exposiciones
denominadas genéricamente BodyWorlds. Desde su inicio en 1995, más de 30
millones de personas en todo el mundo han visitado sus exposiciones.
La plastinación de cadáveres humanos ha ocasionado encendidos debates
sobre su legitimidad ética, así como su exhibición pública ha ocasionado discusiones sobre su legalidad. En varios países de todo el mundo, como Francia,
China, Estados Unidos y México entre otros, esta práctica museística ha sido
criticada fuertemente, cuando no expresamente prohibida por las autoridades.
En Alemania, autoridades locales de Augsburg prohibieron en 2009 a Von Hagens la exhibición de dos cadáveres plastinados en una postura que reproduce
el acto sexual. Y precisamente en México ha tenido lugar una exposición de
los cadáveres plastinados de Von Hagens, la Body Wordls & Un viaje por el
corazón, en el Museo Universum de ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (desde el 3 de septiembre de 2010 hasta el 27 de febrero de
2011). En la web de la propia unam se presenta este acontecimiento como una
“exhibición educativa sobre la anatomía, la fisiología y la salud humana”.
No
ha pasado, ciertamente, desapercibida esta exposición, difundida profusamente en los medios de comunicación y visitada por más de 220 mil espectadores, lo
cual da una idea de su atractivo para el común de los mortales.
Obviamente, no han faltado voces y valoraciones negativas sobre Body
Worlds, pero para Von Hagens, la respuesta a los críticos y detractores de
la exposición de cadáveres plastinados es sencilla y clara, tal y como señala
Costa:
El problema de los críticos es que en su mayoría no vienen a la muestra, pero se creen con derecho a decir lo que la gente debe ver o no ver. En Europa, hace 500 años, esto era normal; había disecciones públicas en los llamados “teatros de anatomía”. Yo reestablezco lo que era normal y que aún es normal en pequeños museos de anatomía del mundo, a los que nadie va porque los especímenes no son buenos.
Ciertamente, no se trata de objetos cualesquiera, sino de cuerpos de seres
humanos fallecidos. Desde un punto de vista estrictamente científico, la plastinación supone la transformación de un cuerpo en estado natural a un cuerpo
artificial. Los procesos naturales de la corrupción se ven detenidos al alterarse
químicamente el estado del cuerpo. Lo natural, pues, de algún modo se ve
transformado en artificial. De hecho, la contemplación de un cuerpo plastinado da la impresión de estar escudriñando un objeto plástico, con una textura
plástica. Quien ha sido persona se ha transformado en cosa, en objeto, ha sido
cosificado. Asistimos con la plastinación, pues, a dos transformaciones: lo natural en artificial, lo personal en objetual. Estas dos transformaciones permiten
a Von Hagens la transformación del cuerpo de recurso metodológico para la
enseñanza de la anatomía o la investigación, siguiendo la estela de Vesalio y
Da Vinci, a obra artística.
Así pues, un cadáver plastinado como obra de arte es algo que ha experimentado una transformación, podría decirse, ontológica: un organismo biológico
que sigue una serie de procesos naturales en un objeto plástico incorruptible, un
cuerpo humano en naturaleza muerta —valga el empleo de las expresiones—,
un recurso docente en una obra de arte.
La conservación de cadáveres mediante su manipulación, más o menos sofisticada y más o menos exitosa, no es una novedad. De sobra son conocidas
las prácticas momificadoras de culturas como las precolombinas y la egipcia. Y
conocida es también la autopsia de cadáveres para el conocimiento anatómico
del cuerpo humano, como por ejemplo por parte de Vesalio entre otros, así
como los conflictos morales e ideológicos desatados por tal práctica —oposición
y condena por parte de la Iglesia católica, por ejemplo.
Desde la antigüedad
el ser humano se ha sentido compelido a salvaguardar los cuerpos de sus
seres queridos o sociopolíticamente relevantes —faraones y otras autoridades
político-religiosas— de los efectos de la naturaleza, del proceso de corrupción
y, finalmente, desaparición material. Estas prácticas tenían un sentido fundamentalmente religioso.
La exposición museística de cadáveres momificados procedentes de la
antigüedad no suscita debates éticos, ya que son entendidos en sus funciones
originales —religosa y política— y ubicados en su contexto espacial y temporal
—determinadas culturas antiguas—, especialmente cuando su exposición está
revestida de la autoridad de lo científico. La finalidad de exponer cadáveres
momificados en museos de historia antigua, por ejemplo, no es artística, sino
científico-cultural. Son una herencia de la cultura y la historia de las civilizaciones, por tanto del ser humano, y una fuente de conocimiento y comprensión de
sus costumbres y preocupaciones a lo largo del tiempo.
No ocurre así con la exposición de cadáveres plastinados por parte de Von Hagens.
Este científico-artista expone cadáveres de personas que han vivido hasta
tiempos tan recientes como meses atrás de su plastinación. Se trata de cuerpos
que pueden ser contemplados por familiares, vecinos y amigos, aun cuando no sean reconocibles debido a la falta de dermis —Von Hagens desolla los
cadáveres en el proceso de plastinación. Se trata de cuerpos que, además,
son moldeados por Von Hagens en sus posturas, llegando incluso a dotarles
de cierta disposición dinámica; así, se pueden observar cadáveres montando a
caballo, jugando ajedrez o baloncesto o, incluso, haciendo el amor. A muchos
esto les parece grotesco y extremadamente irreverente e inmoral con el cuerpo
de quienes han sido personas vivas hasta hacía poco. Sencillamente, a muchos
no parece necesaria la exposición de estos cuerpos plastinados. Von Hagens
argumenta que su intención es fundamentalmente pedagógica, pretende que
los cuerpos plastinados muestren a los espectadores cómo son ellos mismos
por dentro, cómo son sus organismos, cómo son ellos mismos en definitiva.
La consideración puramente estética de los cadáveres plastinados se ve
contaminada y coartada por las implicaciones éticas de su exposición pública.
A pesar de todo, la asistencia a las exposiciones de cadáveres plastinados por
parte de Von Hagens barre taquilla allá donde tienen lugar, contándose ya en
varios millones sus espectadores en todo el mundo. A mi entender, la cuestión
puede reducirse a dos planteamientos contrarios:
1. El cadáver de una persona no puede jamás bajo ningún concepto ser
objeto de exposición. Se aceptarán las exposiciones de momias antiguas, teniendo éstas un interés fundamentalmente antropológico y cultural, científico
por tanto, no artístico. Asimismo, es aceptable el uso de cadáveres humanos
a efectos de enseñanza de la anatomía y de medicina forense en facultades
de medicina, nunca en museos o galerías de arte. La exposición en un aula de
medicina no tiene nada que ver con la exposición en una galería de arte: en
ésta, el cuerpo se convierte en un objeto de contemplación estética, mientras
que en aquélla cumple una función estrictamente pedagógica. Mayormente, un
cadáver humano conservado no puede ser considerado bajo ningún concepto
una obra de arte, por razones varias: no es resultado de un proceso creativo,
no es un objeto propiamente, no tiene per se nada digno de ser considerado
artístico. La dignidad de la persona que fue el cadáver hace inválida éticamente
cualquier exhibición “artística” del mismo o cualquier otro uso que aspire a fines
puramente estéticos.
2. El cadáver de una persona no es la persona, con lo que el uso que pueda
hacerse del mismo, excepto aberraciones, no puede tener la misma consideración y valoración ética que se tiene con las personas vivas. El hecho de
exponer en salas de museos y en galerías de arte cadáveres plastinados no es
un atentado a la dignidad de sus antiguos poseedores, máxime si la intención
del exhibidor es éticamente correcta. Por otra parte, la creación o no de un objeto no puede ser criterio excluyente de lo que ha de ser considerado una obra
de arte, pues la simple elección de un objeto para su exposición ya puede ser
considerado un acto de transformación de un objeto cualquiera en artístico
—recuérdese el caso Duchamp, con su urinario, con los debates que suscitó
acerca de qué es o no es arte y los desarrollos del anti-arte posteriores.
A mayor abundancia, en el caso de los cadáveres de Von Hagens, sí hay
un proceso de transformación, ya que pasan de un estado natural a un estado
artificial, son sometidos a un proceso químico que altera los naturales procesos
de descomposición y permite su conservación indefinida, así como su manipulación. En este punto, además, los cadáveres plastinados de Von Hagens
son trabajados de modo que adquieren posturas, obviamente, nada naturales
para un cadáver, como más arriba se señaló.
Valgan como refrendo de estas palabras las siguientes de Goellner y Souza
a propósito del peculiar body-art de Von Hagens:
El estatuto del cuerpo pasa de la exclusión a la completa exhibición. Si durante muchos siglos, bajo el dominio de una determinada tradición filosófica religiosa, el cuerpo sufrió todo tipo de exclusión y se tenía que preservar, inviolado por la ciencia y por las técnicas, en las últimas décadas pasó a ser objeto de culto, reconocido como espectáculo magnífico, protagonista de un total y radical exhibicionismo en las ciencias, en las artes y, principalmente, en los medios de difusión.
El conocimiento del cuerpo coincide cada vez más con la exhibición del cuerpo, aunque sea sin vida, y el arte de Hagens muestra que el cuerpo muerto sigue siendo performántico, se sigue adorando, negociando y, sobre todo, exhibiéndose ininterrumpidamente. Si el cuerpo vivo de muchos artistas se puede ver como una obra de arte, ahora el cuerpo muerto también gana el mismo estatuto. Exponer cadáveres plastinados puede ser chocante, indecente o vil para muchas personas; una estupidez o una banalidad. También puede ser educativo y hasta artístico. En realidad, todo pasó a ser una posibilidad, y en el reino de las posibilidades, todo puede ser, puede ser que sea, puede dejar de ser. El cuerpo, vivo o muerto, es una performance, un medio, un hecho.
Verdad es
que el mismo científico-artista afirma que con sus exposiciones persigue fines
fundamentalmente didácticos, pero no es menos verdad que tienen lugar no en
aulas sino en museos y galerías de arte, con lo que ya hay en ello una elección
de los cadáveres como obras artísticas. Esto es posible gracias a la disolución de los sistemas estéticos de nuestros días y a la incapacidad del sistemaarte de imponer criterios absolutos acerca de lo que es arte o no. Es el artista el
que elige, al menos a modo de propuesta para el espectador potencial, lo que
es una obra de arte. Esto sucede en el caso de los cadáveres plastinados de
Von Hagens. A juicio de Benavente:
¿Podríamos considerar obras de arte estos cadáveres plastificados? En un primer momento uno tiende a interpretar como arte toda cúspide representacional. Luego esta interpretación se hace más vaga al recordar el estatus nuevo con que la obra de arte ingresó al siglo xx. ¿Basta el reconocimiento de un objeto por parte del artista para que éste se convierta en una pieza de arte? ¿Basta reconocerse como artista para adquirir este poder? Según Duchamp sí, abriendo de paso el camino a una democratización de incalculables consecuencias. Todo el arte moderno deriva de los cuestionamientos de Duchamp, quien con sus postulados nublaba de ironía todo el arte hacia adelante. En este aspecto, la incerteza quedó zanjada como una estrategia constitutiva de las prácticas estéticas, de este modo, las puertas siempre han estado abiertas para el ingreso de nuevas modalidades y propuestas. La inteligencia de Hagens detectó desde un principio esta ventana y los alcances estéticos de su invención. Ahora bien ¿son estas representaciones, “esculturas” como él les llama? Esta audaz irrupción en el campo estético nos lleva a redefinir conceptos, uno de ellos es la escultura, género prácticamente fundacional del mundo arte.
Por bizarro que pueda resultar exponer cadáveres plastinados en galerías de
arte, ello no obsta a su consideración como obras artísticas. A pesar de lo dicho,
el propio Von Hagens no considera los cadáveres obras de arte, ni exposiciones
artísticas su exhibición en contextos formalmente artísticos. Al respecto:
Estos especímenes no son obras de arte, aunque es cierto que el efecto en los visitantes está más allá de la información: la gente se conmueve emocionalmente. Mi “arte anatómico” es una presentación estética-instructiva del interior del cuerpo. El componente estético ayuda a que el impacto sea más agradable. Cuando usted se pinta los ojos no deviene una obra de arte: sólo trata de presentarse mejor. Lo mismo estos especímenes: no son obras de arte, porque la plastinación tiene un fin pedagógico, mientras que el arte no tiene ningún fin.
Von Hagens contrapone la funcionalidad o utilidad de los cadáveres plastinados, pedagógica, a la falta de finalidad del arte, a su falta de utilidad o uso
funcional. Pero esto, a mi entender, no es suficiente, ni siquiera la postura del
propio Von Hagens. Puede que, a su pesar, los cadáveres se hayan convertido
en objetos de contemplación estética, en contextos formalmente artísticos a los
que la gente acude a ver arte, normalmente. Lo quiera o no, se han convertido
a pesar del “no-artista” de Von Hagens en obras artísticas.
Los cadáveres plastinados ofrecen la oportunidad de contemplar lo que en
condiciones normales nos está vedado: el interior de nuestro organismo, a través de la contemplación de un organismo ajeno, en virtud de la universalidad
anatómica. Se trata de cuerpos a los que se ha despojado de la frontera visible
de la dermis y que dejan penetrar la mirada, inquisitiva y morbosa, en su interior,
íntimo y personal hasta el momento de la plastinación.
La exhibición de cadáveres plastinados, esculturas orgánicas detenidas en
sus naturales procesos, es una gramática con la que trata de descifrarse, y con
ello desvelarse, ante la mirada profana lo que ordinariamente se halla oculto e
inaccesible, el interior del cuerpo, el ser visceral al que la mirada no alcanza.
Quizá anida en la contemplación de cadáveres plastinados el interés que suscita a todo individuo el convertirse en secreto observador de la intimidad ajena,
una especie de voyeurismo connatural al ser humano. Ver sin ser visto es un
ingrediente importante de las exposiciones de Von Hagens.
El desvelamiento del interior orgánico en un cuerpo muerto, asimismo, podría ser experimentado como una ocasión u oportunidad para contemplar de
cerca el rostro de la muerte sin la aprensión que un cadáver, en estado natural,
ocasionaría.
Él muestra el interior de cuerpos anónimos, pero el espectador busca el alma
personal. Lo visible da lugar a un interrogante sobre lo invisible. La tanatofobia,
la natural aprensión a la muerte no necesariamente neurótica, parece encontrar
en las exposiciones de Von Hagens una válvula de escape, una oportunidad
para su conjuro. Estas exposiciones permiten contemplar tan de cerca y tan
desnudamente la muerte, a través de los cadáveres plastinados, que resulta
inofensiva, que pierde mordiente su poder de desinstalación existencial. Uno
puede pasear entre los cadáveres, detenerse en la contemplación, escudriñar
los detalles de los tejidos, etcétera.
Von Hagens promueve una estética, una estética de la muerte. Muerte, porque la escultura es la muerte de la piedra; la música, la muerte del silencio, etcétera. Pero, y he aquí lo novedoso del performance de Von Hagens: sus modelos son la muerte del cuerpo humano muerto. Mostrar un cadáver es ponerlo ante la muerte para exorcizarla. El performance Mundos corporales, entonces, como experiencia estética, al colocar el cuerpo, el texto-cadáver plastinado mata la cosa que representa: la muerte. Claramente, estamos entendiendo que es una muerte de la muerte. Es decir, la plastinación insiste en que la presencia somática del cuerpo muerto sea magnificada como una eternidad y vista como un objeto-fetiche, sirve para gozar. Poner la muerte muerta es la forma en que Von Hagens anuda de otro modo un goce: hace del goce desaforado de la pulsión de muerte, un goce que puede incluirse en el espectro de un sentido estético
Los cadáveres plastinados que Von Hagens exhibe en galerías de arte y
museos atraen por lo que de atractivo, a la vez que repulsivo, tiene la muerte
y sus aledaños para el ser humano, a la vez que por el morbo que supone la
contemplación de cadáveres expuestos en su intimidad anatómica. La curiosidad,
incluso morbosa, y la familiaridad ontológica de la muerte operan a modo de
resortes que azuzan la conciencia e impelen a la contemplación de estas esculturas orgánicas que parecen luchar contra el tiempo, contraviniendo las reglas
que ordenan los fenómenos naturales.
En algunos países como India, China, Alemania, España, Chile, Perú, Argentina, México, Colombia, Estados Unidos de Norte América y Canadá se encuentran laboratorios de plastinación e instituciones que
la implementan, tanto facultades de medicina como
de otras áreas de la salud.
La consecución de piezas anatómicas humanas es
cada vez más compleja, debido a requisitos legales e
infraestructurales, por lo que la UDEA busca
alternativas para la innovación en la enseñanza a través de los modelos artificiales y la simulación virtual
que han adquirido importancia. Igualmente la optimización y modernización de las prácticas de enseñanza tradicionales con cadáveres, se han convertido
en un reto y prioridad.
Acevedo-Arroyave LM, Rojas MA, Velásquez JM. Técnica de plastinación de la Universidad de Antioquia: una adaptación del método estándar alemán. Iatreia. 2018 JulSept;31(3):228-239.
En claves del pensamiento, año V, núm. 10, julio-diciembre 2011, pp. 39-54. (Recuperado de: file:///C:/Users/ClubY.000/Downloads/Dialnet-EsArteLaExposicionDeCadaveresPlastinados-3855991.pdf)
Arias,L,L,A.(2012). Exploración de la técnica de plastinación en la preparación de modelos anatómicos como material docente para la enseñanza de la Morfología Humana en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Universidad Nacional de Colombia. Bogota,Colombia. (Recuperado de: file:///C:/Users/ClubY.000/Downloads/05599078.2012.pdf)
Reyes-Aguilar,M,E.(2007) Anatomía humana y plastinación. https://www.medigraphic.com/pdfs/bmhfm/hf-2007/hf071f.pdf
Universum.(10 de agosto de 2014) Gunther Von Hagens.Universum. http://www.universum.unam.mx/bodyworlds/mx/vital/gunthervonhagens
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