miércoles, 29 de julio de 2020

La muerte más hermosa del mundo


En una cultura como la nuestra en la que el suicidio es tabú, llama la atención que la fotografía de una joven suicida en Nueva York se haya “colado” entre las imágenes más icónicas de la historia. Y que incluso se publicara a página entera en una revista como Life. Pero no es casualidad porque esta, a pesar de la tragedia que encierra, es una imagen “amable”: no hay nada desgarrador en ella, nada que nos perturbe, no hay sangre, ni vísceras, ni cuerpos desnudos y violentados.  Nada hace que se nos revuelva el estómago (o la conciencia) cuando la miramos. Sólo hay belleza y una aparente serenidad. Es el aberrante encanto de un cadáver hermoso.

Hace ahora 170 años, en 1846, Edgar Allan Poe dijo que “la muerte de una mujer hermosa es, sin duda, el tema más poético del mundo”. Justo un siglo después, en 1947, una joven llamada Evelyn McHale protagonizaba la fotografía que mejor ha representado la máxima del poeta estadounidense. “A los pies del Empire State Building, el cuerpo de Evelyn McHale reposa en calma sobre un ataúd grotesco, incrustado en el techo de un coche”.


Pero, ¿quién era Evelyn McHale y qué hace que esta foto atrape a todo el que la mira?

Nació en Berkeley, California, de Helen y Vincent McHale, es una de ocho hermanos y hermanas. En algún momento después de 1930, sus padres se divorciaron y los niños se mudaron a Nueva York para vivir con su padre, Vincent.

Trabajó como contadora en la Kitab Engraving Company en Pearl Street en Manhattan. Ahí fue donde conoció a su prometido, Barry Rhodes, que era un estudiante universitario despedido de la Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos. Según los informes, Evelyn McHale y Barry Rhodes tenían la intención de casarse en la casa de los hermanos de Barry en Troy, Nueva York, en junio de 1947. Pero su boda nunca se juega.


Evelyn vivía en Nueva York y se había prometido recientemente con Barry Rhodes, un exsoldado que estudiaba en Pensilvania. La boda estaba prevista para un mes después, en junio de 1947.
Según parece, el 30 de abril visitó a su prometido para celebrar el 24 cumpleaños de él y al día siguiente cogió el tren de las 7 de la mañana para volver a Nueva York.  Su novio declaró después que cuando se despidió de ella parecía contenta y tan normal como cualquier otra chica a punto de casarse. No se sabe lo que pasó por su cabeza en los 66 minutos que duraba el viaje en tren a Nueva York, pero cuando llegó fue al hotel Governor Clinton y allí escribió una nota de suicidio. Poco después, sobre las 10:30 de la mañana, compró un billete para subir al mirador del Empire State.

Se trata de una de las edificaciones más emblemáticas de la célebre ciudad y, precisamente por ello, uno de los sitios predilectos por las personas que a lo largo de su historia han querido quitarse la vida.

Una mañana del 1 de mayo de 1947, Evelyn adquirió el boleto para acceder al mirador del rascacielos. Según manifestaron varios testigos, ella se mostraba alegre, sin rasgos distintivos que evidenciaran señal alguna de lo que, minutos más tarde, sucedería.

Una vez en el mirador, la joven simplemente saltó al vació. Tras caer más de 170 metros, se estrelló sobre el techo de una limosina, estacionada frente al edificio. El cuadro, naturalmente macabro, fue sin embargo curiosamente hermoso, al menos desde un punto de vista estético.

Aunque el techo de la limosina quedó completamente destrozado, Evelyn parecía haberse tendido delicadamente sobre él, como posando. A pesar del impacto, su cuerpo no evidenciaba siquiera un sólo rasguño y su rostro reflejaba la paz propia de un sueño plácido.
Sus pies quedaron cruzados, como una mueca, y su mano izquierda abrazaba un collar. Los testigos, transeúntes del momento, estaban tan impactados por la tragedia, como por las inverosímiles condiciones del cuadro que el cuerpo intacto de Evelyn dibujaba sobre la limosina destrozada.

Tan sólo cuatro minutos más tarde, el fotógrafo Robert Wiles capturaba la imagen para siempre, escuchó un tremendo ruido cuando estaba en la calle (el cuerpo de Evelyn cayendo sobre el coche, una limusina de las Naciones Unidas) y se acercó, asustado, al igual que otros transeúntes. Sacó su cámara y tomó la foto cuatro minutos después de la caída. Conmovido, según confesó, por la serenidad del rostro de la muchacha y su cuerpo tendido casi artísticamente. A tal punto fue así, que la revista 'Life' publicó la imagen con el título El suicidio más hermoso.

Mientras tanto, un solo párrafo que describe cómo surgió la escena es a la vez poco sentimental y elegíaco:

El día de mayo, justo después de dejar a su prometido, Evelyn McHale, de 23 años, escribió una nota. "Él está mucho mejor sin mí ... no sería una buena esposa para nadie", escribió. Luego lo tachó. Fue a la plataforma de observación del Empire State Building. A través de la niebla, miró la calle, 86 pisos más abajo. Entonces ella saltó. En su desesperada determinación, se libró de los contratiempos y golpeó una limusina de las Naciones Unidas estacionada en la acera. Al otro lado de la calle, el estudiante de fotografía Robert Wiles escuchó un choque explosivo. Apenas cuatro minutos después de la muerte de Evelyn McHale, Wiles obtuvo esta imagen de la violencia de la muerte y su compostura.

En aquel momento, nada le hizo sospechar que esa imagen tendría un hueco en la historia. No sólo eso, sino que 70 años después, la foto de Wiles captó la atención de Andy Warhol, que se apropió de ella para crear una serie llamada Suicide (Fallen Body), en 1962. Más recientemente, ha inspirado portadas de albums musicales e incluso un videoclip de la cantante Taylor Swift.

La nota de suicidio la encontraron en el mismo mirador, junto a su abrigo, una cajita de maquillaje y su bolso. Lo que Evelyn escribió no aclaraba mucho sobre los motivos de su suicidio y, curiosamente, las tres frases en las que habla de su prometido y su boda estaban tachadas: “No quiero que nadie, sea o no de mi familia, vea mi cuerpo, ¿podríais incinerarlo? Os ruego que no organicéis ningún funeral o acto en mi memoria.  Mi prometido me pidió que nos casásemos en junio. No creo que yo pueda ser una buena esposa para nadie. Estará mucho mejor sin mí. Tengo muchas de las tendencias que tenía mi madre, preguntadle si no a mi padre”.



De sus palabras puede deducirse que sufría de algún tipo de depresión clínica o enfermedad mental que también afectó a su madre. Pero solo son conjeturas.
La familia cumplió los deseos de la fallecida; no hubo funeral y su cuerpo fue incinerado, por lo que tampoco hay ninguna tumba.
Para la posteridad ha quedado la imagen de su muerte, una fotografía cautivadora y hermosa. La belleza y la aparente placidez del cadáver, ese dejarse ir, recuerdan mucho a la Ofelia de John Everett Millais, quizá porque Evelyn no parece estar muerta ni
 incrustada en un amasijo de cristales rotos y hierros retorcidos.

 Parece haber sido colocada así de forma deliberada. Nada en la posición de su cuerpo parece trágico ni violento; la mano enguantada agarrando el collar, los pies cruzados a la altura de los tobillos, su expresión facial aparentemente relajada… Es como si se hubiera echado un rato a descansar
Pero esa aparente calma y la entereza de su cuerpo no eran más que una frágil fachada.  Cuando los operarios de la morgue movieron a Evelyn, el cuerpo de la joven se descompuso; sus entrañas estaban deshechas por el golpe. Fue su hermana quien se ocupó de identificarla y de cumplir sus últimas voluntades.

En su anhelo por desaparecer, McHale consiguió todo lo contrario. No sabemos si vivió deprisa, pero cumplió, al menos en parte, la famosa máxima de James Dean: murió joven y dejó un bonito cadáver. Y lo hizo, además, de la forma más teatral posible. En aquella época sin móviles con cámara, su muerte y su imagen tenían todos los boletos para, con el tiempo, caer en el olvido. Pero la casualidad quiso que un estudiante de fotografía pasara con su cámara a unos pocos metros de donde ella cayó. La portada de la revista Life y nuestra fascinación por la muerte, la juventud y la tragedia hicieron el resto.

Al parecer la muerte de esta joven repercutió en la vida de los que la rodeaban. Por ejemplo, Willes, el fotógrafo de esta imagen solo llegó a publicar la foto de la muerte de Machale. Y su prometido, Barry, jamás se casó.
De este gran enigma, una cosa queda muy clara: lo que empujó a Evelyn Francis Machale desde ese edificio, a pesar de muchas investigaciones, permanece, y probablemente permanecerá, como un enigma que nadie ha podido descifrar.

Breson,C.(2017). La historia detrás del “suicidio más hermoso”. Cárter Breson no es un reloj (Recuperado de https://www.cartierbressonnoesunreloj.com/la-historia-detras-de-el-suicidio-mas-hermoso/ ).

History. La historia más triste del “suicidio más hermoso” (Recuperado de: https://latam.historyplay.tv/noticias/la-triste-historia-del-suicidio-mas-hermoso-del-mundo ).

Fuentes,H. La dramática historia de Evelyn Mc Hale: Protagonista del “suicidio más hermoso del mundo”. (Recuperado de https://www.guioteca.com/mitos-y-enigmas/la-dramatica-historia-de-evelyn-mc-hale-protagonista-del-suicidio-mas-hermoso-del-mundo/ ).


Serena,K. (2017) La trágica historia de Evelyn McHale y "El suicidio más bello". (Recuperado de https://allthatsinteresting.com/evelyn-mchale-most-beautiful-suicide).

Wiles,R,C. (2014). El suicidio más bello, una muerte violenta, una foto inmortal ( Recuperado de https://time.com/3456028/the-mostbeautiful-suicide-a-violent-death-an-immortal-photo/ )

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